Muchas veces actuando de acuerdo a nuestro conocimiento intelectual y de acuerdo a nuestras habilidades humanas, vemos que las cosas no nos resultan como lo esperábamos, de acuerdo a lo que habíamos planeado. Entonces nos ofuscamos, nos angustiamos, comenzamos a reclamar.
Siempre debemos tener presente que Dios tiene una plan perfecto y personal para cada uno de nosotros, planes de amor. Comencemos ante todo qué espera El de nosotros al permitir tales situaciones, qué debemos aprender y tengamos la seguridad que El siempre tiene el control de todo y que trabaja todo en conjunto para nuestro bien. ROM. 8, 8.
En Lc. 5, 11 cuando Pedro regresa de realizar una pesca fallida que duró toda la noche y al día siguiente regresa para recoger sus redes vacías, no se resiste ante la sugerencia de Jesús, quien no se encontraba ahí por casualidad, sino más bien en el momento justo y perfecto, y obedece ante la sugerencia de volver a tirar sus redes, es más confirma su acción con un hermoso ¨porque Tú lo dices Señor…¨ Todos sabemos del resultado de ese sí….porque Tú lo dices Señor…
Cuando en el corazón acompañamos nuestro sí con la certeza de que nos hemos dejado guiar por el Señor, aunque no tengamos ni la más mínima idea de la situación, cuando celebramos nuestro triunfo, aún desconocido, en su nombre, y humildemente decimos un ¨porque Tú lo dices Señor¨ aceptamos que en esta vida nada se mueve sin que Dios lo permita, entreguémonos al Señor dejando que nos guíe hacia otras aguas. No nos quedemos en la seguridad de la orilla, dejemos conducirnos a esas hermosas aguas profundas llenas de su presencia, de sus bendiciones, tiremos nuestra red en el lugar que nos indique y la bendición de seguir aprendiendo a confiar en El, nos hará gritar un hermoso ¨todo lo puedo en Cristo que me fortalece…¨como un día san Pablo lo afirmó.
Aunque Juan el bautista hacía ver a Herodes su pecado, éste sentía una leve especie de agrado por Juan, aparentemente lo escuchaba y algo dentro de él se movía con las prédicas de Juan.
Sin embargo después de encarcelarlo le dio muerte, porque las espinas de la presión de quedar bien ante el mundo pudieron más que la voz de su corazón. Como dice san Pablo: no hacemos lo que el Espíritu quiere y sí lo que la carne quiere. (Mc. 6, 14-29).
Cuantas veces sentimos el corazón henchido de gozo después de celebrar la Santa Eucaristía, o al ser movidos por un sermón, una canción, alguna lectura o alguna palabra escuchada, pero a veces casi inmediatamente, o después de algún tiempo aquello que tocó nuestro corazón se desvanece, como la semilla que cae en tierra árido o la que es abatida por la maleza y las espinas. Será porque caminamos y conocemos al Señor únicamente desde lejos?
Caminamos sin entrega, sin compromiso, muy fácilmente lo ponemos abajito de nuestros compromisos, nuestros deseos, decapitamos muy seguido la Palabra depositada en nosotros porque la opinión del mundo es más fuerte.
Comencemos a seguir al Señor de cerca, no dejemos esta decisión para después, encarcelada su Palabra no dejamos que dé frutos en nuestro corazón.
No sigamos sacrificando esa cercanía antes los compromisos y circunstancias de la vida.
En el vocablo hebreo, no encontramos alguna forma para expresar algo de forma superlativa como por ejemple ¨buenísimo¨, ¨altísimo¨ y otras más. Es por eso que en varias partes de la Biblia para llevar algo a ese grado de superlativo, es que se repite algún adjetivo tres veces, lo que representa lo supremo del adjetivo, no hay más allá de esas tres afirmaciones.
En las dos veces que el el Señor multiplicó los panes Mc. 8, 1-10, después de sentir una inmensa compasión por las personas que llevaban ya TRES días siguiéndole, TRES días junto a El, TRES días sin comer, Jesús sabiéndolo, como lo sabe todo, se compadeció y no quiso despedirlos sin antes darles de comer para que no fueran a desfallecer en el camino.
Esos TRES días fueron suficientes para recibir la acción de Jesús, esos TRES día deben bastar en nuestra vida y permitir que nos preparemos para disfrutar de lo máximo del Señor. Después de esos TRES días de los que cada uno de nosotros posee, no solo para un uso, o para un propósito, son TRES días de la constante presencia y cuido que el Señor tiene de nosotros. TRES días recibiendo lo superlativo del Señor, lo mejor del Señor, lo que ya no da paso a un después.
Esos TRES días se convierten en un siempre al lado del Señor, es caminar toda la vida a su lado, es solo esperar y confiar que no nos despacha sin el alimento de su presencia para que no desfallezcamos.
El sabe de todas y cada dificultad y siempre está dispuesto a ofrecernos el alimento de su Palabra, que cada día nos fortalece y nos llena de El.
Cada día en nuestra vida está completando el tercer día en nuestro caminar, o sea Jesús siempre está con nosotros.
Sigamos a Jesús, El conoce desde donde venimos, que tan lejos hemos caminado y el peso de nuestra carga.
Ya tiene una provisión aún hasta para cada necesidad que todavía no existe.
¨Porqué estás triste, oh alma mía? Porqué gimes dentro de mí? Espera en el Señor; porque aún he de cantar sus alabanzas, porque El es mi salvador y mi Dios¨. Salmos 42,6
A pesar de poner toda nuestra confianza en Dios, a través de nuestras oraciones, en ocasiones, sentimos dentro de nosotros una inquietud, que por muy pequeña que sea, molesta tanto como una piedrita en el zapato. Sentimos a veces como si algo malo fuera a pasar, es una sensación que no nos deja alcanzar ese grado de paz total a pesar de que siempre experimentamos la constante presencia de nuestro Padre y los recuerdos de sus intervenciones en nuestra vida.
En otras ocasiones es un desasosiego interno, enfrentamos circunstancias que a nuestros ojos están fuera de toda solución.
Es el momento para someternos a Dios, invitando a nuestra alma a depositarse, una vez más, en la voluntad del Padre, recordando sus maravillas, su fidelidad y sostenidos en estos pilares nos fortaleceremos para esperar en el Señor. Es una espera activa a través de nuestra oración.
Si nuestra espera está puesta en Dios y dejamos que esos momentos de desconsuelo se apoderen de nosotros, estamos permitiendo al espíritu del mal invada nuestra alma, quien aprovecha cada oportunidad de trabajar finamente, primero atacando nuestra mente, dirigiendo todos esos pensamientos de derrota hacia nuestro corazón donde encontrarán un nido debilitado para hacer su morada.
No permitamos que el pecado de la duda crezca en nosotros, alabemos al Señor en todo momento, en los grandes, en los pequeños, en los tranquilos en los intranquilos……Dios siempre escucha y conoce todo lo que pueda afligir nuestra alma y apretar nuestro corazón.
No nos desgatemos pidiéndolo que se apresure a poner fin a nuestra incomodidad, preguntémosle como desea que actuemos en esta espera.
Gracias Jesús porque siendo el Dios Altísimo te hiciste hombre para venir a esta tierra con el propósito de entregar tu vida y derramar tu preciosísima sangre por nuestra salvación.
Tomaste aquel madero inmensamente pesado con todas las actas de nuestra liberación y emprendiste el largo camino hacia el Gólgota, recibiendo insultos, contradicciones de gente mala y dándole oportunidad al pecado de irse adhiriendo a tu cuerpo.
Alargaste tu agonía dándole espacio al último pecado de adherirse tu cuerpo y cuando se encontró en tu humanidad, antes de entregar tu Espíritu le pediste al Padre que nos perdonara porque no sabíamos lo que hacíamos, porque no te reconocimos como nuestro Mesías y nos estregaste a tu Santísima Madre como nuestra madre y ella en su segundo si, nos aceptó siendo los causantes de su dolor y de tu pasión y muerte.
Gracias Señor porque aceptaste pasar por esto y así murió el pecado y nosotros y al tercer día de tu resurrección fuimos bendecidos con el bautismo de tu resurrección. Hoy somos criaturas nuevas en Tí.
En esos momentos vulnerables de nuestro día a día, recordar en la eterna presencia de Dios, lo que conocemos como uno de sus atributos, OMNIPRESENCIA, se convierte en un pilar de fortaleza y confirmación de su fidelidad. A recordar que siempre esta con nosotros, que no nos abandona ni nos deja.
Hoy puedo recordar tres hermosos aspectos como cuando acompañó a Israel en su travesía por el desierto, mostrándose en forma de nube durante el día y de columna de fuego durante la travesía nocturna. Luego recuerdo en los eventos milagrosos en la multiplicación de los panes, después de entregarnos a cada uno una provisión preparada desde la eternidad, nos pidió que recogiéramos las sobras para que no se desperdiciaran y así pudimos llenar varios canastos con esas sobras incluyendo el canastito de nuestro corazón.
Y cuando la aflicción vuelve a abrazar nuestra alma, cuando ante la adversidad nos vuelve a apretar el corazón Jesús nos hacer recordar en los dos eventos los canastos que llenamos con las sobras que nos pidió que recogiéramos.
Esas sobras son un pedacito de El para cada situación de nuestro día, hay una provisión eterna hasta para la necesidad que aun no existe.
Me hace recordar cuando nos dice que su Providencia la que ha abierto un camino en el mar y trazado rutas seguras por entre las olas, para enseñarnos que El cuida de nosotros aunque no sepamos navegar. Dios tiene el absoluto control de todo y esta siempre presente.
Nuestro Padre se manifiesta siempre de tantas formas
La adversidad, llámese contratiempo, situación incomoda o difícil, problema o cualesquiera sea alguno de los nombres que llevan a la misma sensación nada agradable, siempre están en el menú del día nos guste o no.
Cuantos escritos existen sobre la importancia de la adversidad y lo ganadores que resultamos al atravesar alguna. Todos coinciden con el mismo resultado, pero muy pocos nos dan la dosis de medicina que necesitamos en esos momento tan áridos.
Siempre que busqué consuelo antes esos consejos, sin darme cuenta busqué el sentirme mejor después de cada lectura pero no fue hasta que el Espíritu Santo, que no se cansa de mi, me tomó una vez de la mano y me enseño que solamente estaba aliviando momentáneamente mi adversidad y mientras atravesaba por alguna de ellas ya la otra estaba tocando a la puerta, y me enseño que tenía que aprender a abrazar mis adversidades, a darles su propio espacio y recordar constantemente que Dios tiene el control de t o d o.
Que cuando todo lo que llega a nuestras vidas ya paso por sus dedos, y recordé un pasaje del libro de la Sabiduría, que no hay que decir porqué esto o porqué aquello….. esto es bueno o esto es malo…. porque todo en su momento tiene su razón de ser.
Siguen sin gustarme las adversidades, pero antes de ponerme mis guantes e box o sacudirlas con la escoba, las miro y las abrazo, sintiendo compasión dándoles mi mas sentido pésame porque están por desaparecer, no solo serán escondidas bajo la alfombra como en un tiempo solía hacer.
Tenemos un Padre que nos cuida solo tenemos que esperar que sea en su tiempo y a su manera porque algo esta queriendo que aprendamos al atravesar alguna adversidad.
Cuando fui diagnosticada con diabetes 2, lo primero que vino a mi mente, y siendo adicta a todo lo dulce, fue la cantidad de veces que dije ¨si llegara a padecer diabetes…..me muero….¨
Heme aquí a tres años de este diagnostico, con la oportunidad cada día de servirle al Señor a través de esta enfermedad. Una enfermedad que se ha convertido en una bendición. El Señor en su inmenso amor e infinita misericordia que es nueva cada día, me ha llevado a comprender que cada situación que tengo que atravesar, desde un sobresalto por el alto nivel en la medición de la glucosa, la decepción porque no era el nivel que esperaba, los malestares producidos por los medicamentos, las luchas con las tentaciones de los dulces o el tener que controlar los tamaños de porción de los alimentos, cada situación son oportunidades de poner este cuerpo físico para que estos achaques tengan el hermoso propósito de llevarlos y ofrecerlos por las almas pecadoras, por las animas del purgatorio. No le temamos a los diagnósticos, a los achaques, aprendamos como san Pablo a ser inmensamente feliz padeciendo por amor.
Cuando pienso en lo que Israel pudo sentir al encontrarse frente a la inmensidad del mar y el ejercito egipcio en la retaguardia, es algo que no puedo imaginar, pero lo peor estaba por venir.
Dios intervino abriendo las aguas y permitiendo que su amado pueblo atravesara sobre tierra seca, también me gusta imaginar la paz y el gozo que experimentaron. Por fin libres, por fin fuera del alcance del enemigo.
Pero….Egipto también comenzó a cruzar en medio del mar, no parecía haber algo que los pudiera detener, eran los invencibles.
Pero en un instante en el momento exacto fueron sometidos a las profundidades del océano. Una vez mas Dios abría una puerta donde no había salida, una vez mas mostrando su eterno y poderoso control sobre todo, en un instante se hizo presente.
Muchas veces ante las adversidades, aflicción, pruebas, dificultades por las que me ha tocado pasar, las palabras que Dios envió a Israel a través de Moisés, se ha vuelto un escudo, un ancla para mi. ¨no teman y permanezcan firmes y verán la obra de Dios, como El los rescata hoy y a esos egipcios que hoy ven no volverán a verlos nunca mas. Dios peleara por ustedes y ustedes solamente miraran¨.
He visto egipcios caer a las profundidades del mar, otros que ha aparecido pero el Espíritu de mi Señor me recuerda que ya yacen en las profundidades del mar. Dios ya peleo todas y cada una de mis batallas y si permite que las experimenté es porque son una hermosa oportunidad de ver a este Dios vivo, Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente, pelear por mi. Así tengo la oportunidad de sacudir el polvo de mi fe y recibir mi vitamina.
Cuando el Señor realizo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, en las dos ocasiones, se que me vio cuando ninguno de mis días existía y me indico el lugar que tenia para mi para sentarme.
Llego hasta donde me encontraba, a su manera, en su tiempo y me bendijo con una provisión, mas de lo que pudiera haber necesitado, mas de lo que pudiera haber imaginado, mas de lo que hubiera podido haber deseado y pude saciarme, me indica, luego, que recoja las obras para que no se desperdicien.
Señor me enfrentas al hecho de reconocer que no se que o como hacer ante un evento como seria dar de comer a toda esa gente y al hacerlo puedo reconocer ante Ti mi limitación, mi debilidad y es cuando conociendo lo que aflige mi alma y aprieta mi corazón, me enseñas que Tu sabes lo que vas a hacer, porque ya lo hiciste desde la eternidad.
Y por eso, cuando mi alma se vuelve a ensombrecer ante cualquier preocupación, me amonestas haciéndome recordar en las dos ocasiones, las sobras que llenaron los canastos y me dices ¨y aun no comprenden¨… Cada día comprendo un poquito mas Señor, gracias a tu Espíritu que me guía, y aprendo que en cada pedacito de sobra hay un pedacito de tu presencia, estoy entendiendo que puedo llenar el canasto de mi corazón y que hay una provisión eterna para cada necesidad aun cuando esta no exista todavía.