BUSCANDOTE SEÑOR

Amadísimo Padre, guíame en este día tan hermoso que has preparado desde la eternidad a que tenga momento en los que me pueda tropezar con tigo.
Se Señor que has preparado este día con tanto amor y que está lleno de tu presencia, de tu esencia, de tu propósito y de tu voluntad, se que no puedo contemplarte en la totalidad del día, si tu presencia desbordó los límites del templo de Jerusalén cuando tu Gracia descendió sobre él, imagínate lo que sucedería en mi ser que también es templo de tu Espíritu.
Me basta recibir esos pequeños tropiezos con tigo y saber que el resto del día está lleno de ti.

ESCUCHANDO A DIOS

Muchas veces no escuchamos la voz de Dios, que nos habla con la suavidad de una brisa, en un leve murmullo, y como no lo escuchamos, pensamos que Él tampoco nos escucha.

En su libro ¨Muéstranos al Padre¨, el padre Hugo Estrada, nos muestra como en nuestro diario correr, tendemos a darle a Dios el mismo trato que le damos a una computadora: lo encendemos, le introducimos la información de lo que queremos y lo volvemos a apagar, y en repetidas ocasiones hasta llegamos a desenchufarlo.

Otras veces como Marta pensamos que obtendremos la atención de nuestro Señor por lo que hacemos, y confiando en nuestros propios criterios y ya cansados nos dirigimos a Él en son de queja.

En otras ocasiones como el profeta Elías o como Naamán, el sirio, esperamos escucharlo a través de cosas visiblemente o ruidosamente espectaculares, de a cuerdo a nuestra imaginación y Dios se hizo escuchar a través de una suave brisa en el caso del profeta y a través de una acción tan simple como le indicó a Naamán.

Ponemos más énfasis en lo que vamos a pedir, cuando sería mejor comenzar con una plática con nuestro Padre, en primer lugar reconociendo que Él tiene el poder de todo, que lo que llega a nosotros ya paso por sus manos, recordemos las oportunidades cuando actuó en situaciones muy difíciles de nuestra vida y en la vida de tantas personas que encontramos en la Biblia, el mismo Dios que actuó en el pasado es el mismo Dios de hoy y de mañana y para Él siempre es hoy, no fue ni será, es siempre hoy.

Busquemos primero al Señor, reconozcámosle que es el Dios Altísimo que lo controla todo y poco a poco lograremos ir desenvolviendo nuestra angustia y nuestro pesar ante Él.

Cuando María Magdalena buscó a su amadísimo Señor entre los muertos, afanada en verle como ella lo imaginaba, no logró reconocerle cuando se le apareció, pero en cuanto escuchó su nombre a través de aquel quien ella pensó era el jardinero del lugar, inmediatamente se postró ante Él reconociendo a su Señor.

Sigamos el ejemplos de María Magdalena y busquemos con el corazón al Señor para encontrarnos con el verdadero Señor y no con el que nos hemos auto imaginado.




























































DECIR LA VERDAD


¿Qué significa decir la verdad?
¿Será que significa que somo valientes al afrontar los hechos de alguna acción que de manera voluntaria o involuntaria no debió realizarse?
¿Será que es una forma de vida?
¿Será una enseñanza que estamos dejando a nuestros hijos?

Pues decir la verdad envuelve lo anterior y mucho más.
Al decir la verdad dejamos que el Espíritu Santo nos guie a poner nuestra confianza en el Padre, es como lo dijo toda su vida el Dr. Charles Stanley (QED), ¨Obedezca a Dios y déjele las consecuencias a Él¨.
Muchas veces cuando caemos en la telaraña de mentir, comenzando por una ¨mentirita blanca¨, lo hacemos confiando en nuestra autosuficiencia de arreglar las cosas a nuestra manera, olvidándonos que tenemos un Padre que nos escucha y no estamos pidiendo que nos guie. En lugar de hacer un paro en el camino para pedir la ayuda de Dios, continuamos con nuestro proceder, seguimos enredando la situación y luego nos paralizamos ante el miedo que sigue al ver que los acontecimiento se han desatado hacia otros rumbos. Comenzamos a ver fantasmas donde no los hay, comenzamos a extra dimensionar la situación, y lo que nos pareció la mejor salida es el chasco más grande y el disparate más estúpido por el que llegamos a optar.
Pero este miedo que se presenta al final del desastre, también es la antesala que nos lleva a mentir, porque muchas veces mentimos por miedo, y ese miedo es falta de confianza en nuestro Padre.
Confiemos en nuestro Padre quien nos ama por el simple hecho de ser quienes somos, no necesitamos de ningún mérito para recibir su amor ¨la verdad os hará libres…¨ (Jn 8,32)
Recordemos el valioso mensaje: ¨Obedezca a Dios y déjele las consecuencias a Él¨.



































CONSOLADOS

Qué nos hace llorar? Qué nos causa dolor?
La muerte de un ser querido, el hijo que ha tomado el mal camino, la hija que regresa maltratada, la ofensa y la agresión del conyugue, no poder llevar lo más básico para el sustento de nuestra familia, el ser llamado del colegio para retirar a nuestro hijo por no haber podido pagar la colegiatura, el no poder pagar los compromisos económicos………. La lista es interminable y personal, porque cada uno tiene su propia razón o razones que nos sacan lágrimas desde lo más profundo de nuestro corazón.

Aunque no entendamos y el dolor no desaparezca tan rápido como quisiéramos ante cada prueba el Señor nos da la fuerza que necesitamos para atravesarla, para esa herida, Él nos proporciona el bálsamo, sin cruz no hay resurrección.

Penas, problemas, incomodidades están en el menú de todos los días y tenemos la opción de estar parados en medio de la tormenta tomados de la mano del Señor, sabiendo que es el Dios Altísimo que tiene el control de absolutamente T O D O, que ya luchó nuestras batallas y que solo nos pide que confiemos, que esperemos, porque al recibir el consuelo que Él tiene para cada uno de nosotros, veremos como todo es para la gloria y honra de su nombre, como sucedió con la muerte de Lázaro, démosle la oportunidad a Dios de consolarnos a su manera, de resucitar ante la pronunciación de nuestro nombre que nos indica levantarnos, démosle la oportunidad de presenciar como abre las aguas del mar.
Lo primero que ante cualquier situación debemos hacer es recordar y repetirnos que DIOS TIENE EL CONTROL DE T O D O. En experiencia personal, esta declaración se ha convertido en un ancla para mi, en situaciones adversas y sin entenderlo solo comienzo a repetir esa afirmación y poco a poco esa paz que sobrepasa todo entendimiento comienza a ganar terreno sobre el miedo, la angustia y me fortalece en la espera hasta que mi amadísimo Padre se manifiesta a través de la situación. A veces lo hace de manera inmediata pero muchas veces me hace esperar un poquito, pero siempre llega.
























DICHOSO

¨DICHOSO EL HOMBRE QUE TEME AL SEÑOR, Y CUIDA DE SUS MANDAMIENTOS…….NO LE TEME A LAS MALAS NOTICIAS PORQUE SU CORAZON CONFIA EN EL…….¨

Es una parte de la Biblia se encuentra esta afirmación, pero que es temerle a Dios?
Muy sabido es en estos tiempos que ese temor no es nada más ni nada menos que amarlo y respetarlo con todo nuestro corazón, es cuidarlo como lo más preciado que tenemos, es, cuando impulsados por ese amor que tememos no hacemos cosas que lo ofenden, no lo queremos lastimar.
Temerle a Dios es siempre tener ese fuego del deseo de darle lo mejor, que nuestro día gire con el propósito de agradarlo a través de nuestras acciones. Y actuando de esta manera recibimos la bendición de la transformación en nuestro corazón fortaleciendo y estrechando la relación que tenemos con nuestro amadísimo Padre.
Llegamos a reírnos, como dice el salmo, de nuestros adversarios, nos volvemos dichosos porque nos damos cuenta de que la mala noticia recibida, ya pasó por los dedos de Dios, esa hora cero del vencimiento de un pago, del resultado de un examen de salud, de la respuesta de un hijo y tantas otras situaciones, después de tocar fondo nos encontramos con Jesús que nos toma de la mano y nos lleva a la superficie. El está en ese fondo del pozo antes de que nosotros lleguemos y al llegar vemos que nuevamente salimos a la superficie y no salimos solos, sino tomados de la misma mano que sostuvo a Pedro cuando sintió hundirse.
Sólo démosle la oportunidad a ese Dios que cuida de nosotros, que siempre tiene su mano extendida y entreguémosle esta lucha diaria para aprender cada día a mostrarle cómo nuestra confianza se afianza en ÉL.
























CUANDO TODO ES DIFICIL

Hay momentos en nuestra vida que no sentimos estancados en un desierto. No entendemos por las tribulaciones por las que estamos pasando, pero en esos momentos es bueno recordar que esas situaciones son como el esmeril que Dios utiliza para perfeccionar nuestra fe en Él, es el instrumento utilizado para alisar nuestro camino. Es la oportunidad para darnos cuenta que atravesando por todas esas situaciones, permitimos que la Gracia de Dios se manifieste en nuestras debilidades.

Cualquier situación por difícil que sea, ya pasó por los dedos de Dios antes de llegar a nosotros, por esos preciosos dedos que pertenecen al Dios que tiene el control de todo, y si Él tiene el control de todo, entonces cualquier cosa por la que atravesemos tiene un propósito divino, está llena de su voluntad, de su esencia.
Tenemos la oportunidad de entregarnos a su voluntad, no con resignación, no es el camino de aceptar esas circunstancias porque ni modo.

Cuando Jesús supo de la enfermedad de Lázaro, no atendió inmediatamente al llamado de sus hermanas, sus planes, incomprensibles en ese momento, tomarían otro camino, esa decisión de Jesús tomaría un camino eterno en el recuerdo de su estadía en esta tierra. Nosotros somos conocedores de ese actuar, esperamos lo imposible gracias a ese actuar. Esperando en Dios recibiremos respuesta que superan nuestro entendimiento y que a la vez esa situación por la que atravesamos servirá para el propósito del Señor para que llegue a otros su presencia, su majestuosidad, su poder, su amor.

Dios siempre nos escucha, toda situación en nuestra vida tiene un propósito, y si en nuestra impaciencia tomamos medidas incorrectas, solo es de volver al camino, intentarlo de nuevo, volver a tomar su mano siempre abierta para recibir la nuestra y no reprocharnos porque Él ya tiene un perfecto plan para nuestras equivocaciones.

¨Todo a su debido momento tiene su razón de ser: .











UN PEQUEÑO FAVOR

En la carta a los Romanos, capítulo 15, san Pablo nos exhorta a que trabajemos por nuestro prójimo, claramente nos pide que sirvamos para el bien y para el fortalecimiento de su fe.

Muchas veces nos encontramos ante la indecisión de si atendemos a la solicitud de una petición de limosna, ante la oportunidad de brindar una mano, o volvemos la mirada hacia otro lado para ignorar a aquel que ansiosamente busca nuestra ayuda. Hay tantas oportunidades en las que podemos atender un llamado de parte de Dios. Somos instrumentos en quien Él ha confiado para que su bendición llegue a otros. Al aprovechar esas valiosas oportunidades de atender a nuestro prójimo a través de nuestros bienes, ya sean de manera económica o con nuestro tiempo, o con nuestra compañía, estamos administrando tanto bien que el Señor nos ha confiado y además al ser compartidos con otros, las gracias a Dios se incrementan, cuando la persona con la que hemos compartido expresa un ¨gracias a Dios¨ desde lo más profundo de su corazón.
Venzamos este día un poquito de la apatía que tenemos, veamos las oportunidades que Dios tiene para nosotros este día de hacer llegar su provisión y al terminar el día en nuestras oraciones, agradezcamos a Dios por habernos guiado a mirar con sus ojos, y pensemos que hay alguien dando gracias también esa noche por lo que el Señor proveyó y la manera tan espectacular e inesperada en que llegó.














SIEMPRE CONFIANDO EN DIOS

¨SENTIMOS EN NOSOTROS UNA SENTENCIA DE MUERTE, PERO ESO FUE SOLO PARA NO CONFIARAMOS EN NOSOTROS MISMOS, SINO EN DIOS, QUE RESUCITA A LOS MUERTOS¨. 2Co 1,9

Esto cuenta san Pablo cuando regresaba de predicar el Evangelio en las regiones de Asia.

Con el diario ajetreo de nuestra vida, pasamos por alto, casi siempre, las veces en que el Señor nos ha cuidado sin que no nos hayamos dado cuenta, nos ha cuidado sin que se lo hayamos pedido, siempre cuidando nuestras espaldas y abriendo caminos al frente.

San Pablo sintió tanto temor que lo compara como una sentencia de muerte, al igual que la que hemos sentido ante la noticia del diagnóstico de salud, el rechazo a la solicitud de trabajo, alguna otra circunstancia familiar, cuando los cobros no se hacen esperar más. Sentimos como el mundo se nos desmorona, como el suelo desaparece bajo nuestros pies, nos sentimos prácticamente con el mar enfrente y el ejército egipcio a nuestras espaldas.
Y esa sentencia de muerte se incrementa y pesa más cuando el involucrado es un hijo amado que va por mal camino, junto a malas compañías, atravesando una enfermedad, es casi fulminante esa sentencia de muerte.

La Palabra de nuestro Padre, siempre viva, nos enseña que todo lo que llega a nuestra vida, ya pasó por los dedos de nuestro Padre, quien tiene el absoluto control de todo, que ya presentó batalla por nosotros y a través de esta experiencia de san Pablo como en relatos verídicos de todo aquel que en Él confió, nunca fue defraudado por creer, confiar y esperar en el Señor.
Si en estos momentos de muerte para nosotros, nos atrevemos a entregarle a Dios nuestra carga, podremos respirar como lo experimentó san Pablo, descubriremos que al tocar fondo, Jesús estaba esperando por nosotros solo para tomarnos de la mano y sacarnos a flote. Es la verdadera alegría de saber que la enfermedad llegó a su fin, es la buena noticia de la solución de algo que esperábamos. Es ese alivio que sentimos como el que seguramente experimentaba la princesa de nuestros cuentos, quien después de permanecer prisionera en la torre perdida de un castillo, asediada por un dragón, sin la menor oportunidad de rescate. En el día menos pensado llega su príncipe a rescatarla. Estoy segura que esa alegría, esa paz que alcanza solo pudo ser gracias a lo que tuvo que padecer para experimentar su libertad. A nosotros no nos rescata cualquier príncipe a nosotros nos rescata el mismísimo Dios, creador del universo, dueño de toda la tierra y todo lo que hay en ella.
Bendigamos cada situación conflictiva, demos gracias a Dios aunque sintamos temor, angustia, preocupación o cualquier otro sentimiento de mal que satanás abone en nuestro corazón, agradezcamos por todo y así resistiendo podremos dar testimonio de que ante cualquier sentencia de muerte ya fue vencida por Jesús en su triunfo y eterna victoria en la cruz.











BENDITA CONFIANZA

¨EL QUE CONFIA EN EL SEÑOR, ES COMO EL MONTE SION, INCONMOVIBLE Y ESTABLE PARA SIEMPRE¨. Sl 125, 1-2

Inconmovible = algo que no se puede mover ni perturbar.
Si confiamos en el Señor seremos:
1. Seremos como un monte, alto, fuerte, siempre en su lugar. Un monte donde hay vida: plantas, animales, seres humanos todos los que en conjunto al respirar alabamos a Dios.

2. Nos da un nombre importante en nuestra comparación no es cualquier monte es el monte Sion, en donde eventos de suma importancia tomaron lugar aquí. O sea preparémonos para eventos importantes en nuestra vida.

3. Y nos asegura que seremos inconmovibles. Inconmovible e inamovible son dos adjetivos tan similares, inamovible es permanecer en el mismo lugar e inconmovible es estar en el mismo lugar creyendo y confiando en que el Señor cuida de nosotros, no solo es un regalo a nivel físico, va mucho más allá, es ese escudo de eterna seguridad con el que el Señor guarda nuestra alma, nuestro espíritu, nuestros pensamientos. Es la manera en que aleja, no momentáneamente, sino de manera permanente la angustia, la tentación, el miedo o cualquier mal espíritu que se goza de nuestras penas.
Es enfrentar cualquier prueba, no con nuestras propias fuerzas que tarde o temprano al hacernos flaquear terminamos por rendirnos. Al recibir ese regalo de la promesa de ser inconmovibles, es la seguridad de que Él está con nosotros.

4. Y por último nos promete estabilidad, que es recibir esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento, es disfrutar sabiendo que Él ya presentó batalla por nosotros

AMIGOS DEL SEÑOR

¨EL SEÑOR ESTA CERCA DE LOS QUE LO INVOCAN, DE LOS QUE LO INVOCAN DE VERDAD.
ÉL CUMPLE LOS DESEOS DE SU FIELES, ESCUCHA SU CLAMOR Y LOS LIBERA, EL SEÑOR GUARDA A TODOS SUS AMIGOS¨. Sl 144, 18-20

Invocar de verdad a nuestro Señor es depositar completamente en sus manos todo aquello que aflige nuestra alma, todo aquello que aprieta nuestro corazón.
Es reconocer que es nuestra primera opción y no el último recurso.
Al invocar a nuestro Padre, es porque estamos confiando en Él, quien sabe actuar de acuerdo a su espectacular manera de resolver las cosas y en su exactísimo y perfecto tiempo.
Al entregarnos de corazón a este invocar de nuestro Señor, nos encaminamos a formar parte del grupo de sus amigos, porque paso a pasito nuestra fe crece y para agradar a Dios es necesario tener fe. Fidelidad y amistad son dos cualidades que caminan juntas en nuestra relación con el Padre.
Invoquemos en todo momento y situación a Dios, aprendamos a confiar y a esperar en Él, y todo aquello que nos ha mantenido atados, se convierte en un trampolín que nos encamina a convertirnos en sus amigos.