EL ESFUERZO DE CADA DIA
Prácticamente nos entregamos al fracaso antes de comenzar la batalla porque no conocemos estrategias y muchas veces como la avestrúz preferimos enterrar la cabeza.
Recordar la época en la que el pueblo de Israel atravesó el desierto y conquistó la tierra prometida es un ejemplo que puede darnos ánimo, fuerzas y aprender a enfrentar la batalla como algo natural y cotidiano.
Ante cada batalla no he encontrado ninguna queja de que tuvieran que ir nuevamente a la lucha, no hubo un «otra vez?», no hubo un » y porqué?», tomaban lo que tenían que tomar, se movían a donde se tenían que mover y a la batalla con el mismo ánimo de siempre.
No dejemos que la costumbre de la comodidad y del mínimo esfuerzo de cada día nos impida desarrollar la fuerza que el Señor ha colocado en nosotros.