BENDITAS AFLICCIONES

Cuando medito en el evento del milagro que Jesús realizó convirtiendo el agua en vino en las bodas de Caná de Galilea, este primer gran milagro del Señor se realizó atendiendo a la petición de su Santísima Madre, quien intercedió por aquella pareja que comenzaba su vida en común. No solamente les ayudó en tan penoso impase, sino que bendijo la provisión de lo que hizo falta.

Quién les diría a aquella pareja que esa bendición sería recordada más de dos mil años después de que se dio aquel evento, y no solo es recordada sino que es un apoyo en nuestras peticiones, cuando por intercesión de Nuestra Madre alcanzamos bendiciones en Jesús.

Pero aquella pareja y seguramente sus familias atravesaron un momento de angustia, de ansiedad, de temor ante la escasez y falta de provisión, cuando no había una mínima oportunidad de completar lo que faltaba. Seguramente si alguien les hubiera dicho que no se angustiaren, que estaban a punto de ver su situación marchando en perfecto orden, hubieran tenido la opción de creer o de mostrarse con mucha duda. No conocían todavía a Jesús, su poder, su compasión.

Hoy nosotros tenemos la oportunidad de conocer a Jesús y de saber cómo es ese Jesús que nos ama, que está pendiente hasta de lo que de momento parecería no tener mayor importancia.

Pero así como en ese evento, nos ha enseñado que se hace cargo de nuestras tormentas, creo, que es importante y necesario pasar por ese momento tan temido pero que nos lleva al gozo de haber salido adelante, y que fue por la acción de nuestro Señor.

Tenemos doble bendición, haber salido adelante y la oportunidad de haber visto a Jesús actuando en esa situación.

























DOS VECES SI

Meditando un poco en nuestra Madre la Santísima Virgen María, viene a mi las veces que conozco en las que ella dijo sí:

1. Dijo sí inicio como respuesta a la misión que el ángel Gabriel presentó, exactamente al inicio que marcaba la presencia de nuestro amadísimo Señor Jesucristo.

2. Dijo sí cuando la misión del Señor Jesús terminaba, cuando le pidió que nos aceptara como sus hijos y se convirtiera en nuestra Madre.

Dos veces sí al inicio y al final.

¡GRACIAS MADRE MIA!

PANTANO

Sé que no estoy donde debería estar, pero ya no estoy donde una vez estuve, y agradeciendo la guía del Espíritu Santo, voy hacia donde debo estar.

Muchas veces estando en el pantano, soberbiamente, luché con mis propios medios por salir, confié con mi propio entendimiento y por último recurso acudí al Señor.
Fueron momentos agotadores, de mucho miedo, de mucho temor, mi alimento fue la angustia y la desesperación, el agotamiento.
Tomando un poco de tiempo recuerdo esos momentos y cómo el Señor siempre estuvo en el fondo de ese pantano, enseñándome que está ahí para mostrarme que no hay nada que temer, estuvo ahí para impulsarme nuevamente a la superficie, y me dí cuenta de lo difícil que fue tratar de sostenerme con un pie mientras sacaba el otro para ir escalado, y lo único que conseguía era permanecer en el mismo lugar, agotando cada gota de energía.

Hoy lo primero que hago es recurrir a mi Señor y mientras Él se inclina hacia mí, aprovecho la oportunidad de saborearme la manera tan espectacular que tiene de rescatarme, y como dice su palabra: ver como pone mis pies sobre roca y como le da firmeza a mis pasos.

¡GRACIAS SEÑOR!















VINIENDO COMO UN LADRON

Siempre que he escuchado esta lectura o la he leído, he tenido en mente que ese hecho implica una reprimenda, un posible castigo por no estar al pendiente de lo que tengo que hacer y el momento en que se espera que lo haga.
Y seguramente así es.

Pero me puse a meditar un poco y tambíen, creo, que esa advertencia se puede referir que si no estamos preparados, esa venida del Señor a cada uno de nosotros, nos la podemos perder.
Al no estar preparados cada día, pidiéndole al Espíritu Santo que nos dé la suficiente sensibilidad para reconocer a Jesús siempre. Pedirle que nos permita escuchar esa campanita que toca cuando nos indica «Es el Señor», y lo veamos pasar frente a nosotros sin reconocerle.

Hoy cada día le pido que me permita tropezar con Él; no quisiera que cuando venga sin avisar como un ladrón, me pierda de su presencia.



















DAR CON ALEGRIA

Al leer, hace algún tiempo, que a Dios le agradan los dadores alegres, y que así como demos, así recibiremos, que así como sembremos, así cosecharemos.
Tomé esta promesa del Señor únicamente en el ámbito material, pero hoy algunos años después, cuando a través de su Espíritu Santo, que no se cansa de mí, he ido aprendiendo a disfrutar de la bendición que hace nido en nuestro corazón de la inmensa alegría que sentimos al dejarnos guiar a la hora de compartir de lo que somos administradores.

Comprendí que también tenemos la oportunidad de ser dadores alegres con nuestra compañía, podemos ser dadores alegres con una palabra de aliento, podemos ser dadores alegres con un servicio, podemos ser dadores alegres en nuestras oraciones de intersección, podemos ser dadores alegres al perdonar.

Cada día tenemos la oportunidad de dar y cosechar y el Señor sin hacerse esperar, hace rebosar el manto de nuestro corazón al llenarlo con una medida de gozo mucho más de lo que podamos imaaginar.



















INTERCAMBIO

El más glorioso intercambio, se dió cuando nuestro Señor Jesucristo, tomó sobre sí todos nuestros pecados y cargó con la ira de cada uno de ellos, pasado, presente y futuro.
Y a cambio, nos dio la vida eterna.

SU VIDA POR LA NUESTRA Y NUESTRA VIDA POR LA SUYA.

VACIO

Cuando en el hermoso y victorioso día de ese domingo de resurrección, María Magdalena se encontró con la tumba vacía, no sólo encontró la tumba vacía, también encontró una entrada vacía, vacía de la roca que había sido colocada para sellar la tumba.
Se encontró con el puesto de guardia vacío, porque ante el temor de lo incomprensible huyeron, se encontró con los lienzos vacíos que habían guardado aquel divino cuerpo en su momento de descanso, se encontró con aquel santo sudario vacío que había guardado la cabeza y el rostro del Señor.

Dios no hace las cosas a medias, no sé cuanto más se puede encontrar en este hecho que estuvo, está y estará por la eternidad siempre vacío.

Pero tenemos una vida terrenal para pedirle al Espíritu Santo que nos guíe, que nos ilumine, que permita comprender y descubrir cada día la porción de Dios que nos espera, que no se termine el día habiéndonos perdido de esa presencia que lo llena todo, dejándo todo vacío.

EL DIOS A QUIEN SERVIMOS

Servimos a un Dios que con solo una sílaba hace existir las estrellas, servimos a un Dios que toca a un leproso y su carne se vuelve como la de un bebé, con una palabra calma la tempestad y sosiega las aguas del mar. Servimos a un Dios que puede llamar a una legión de ángeles, puede mandar fuego y alimento desde los cielos. Saca agua de una roca, inunda Egipto con ranas. Servimos a un Dios que parte en dos las aguas del océano, que detiene el sol en el cielo, hace flotar hachas. Servimos a un Dios que hace que una virgen conciba, hace que los muertos revivan, pone monedas en la boca de un pez, envía a los demonios a los cuerpos de una piara de cerdos.

Nuestro Señor nos entregó un libro con todos estos milagros y muchos más, un libro lleno de su poder milagroso y ese pdr es el mismo que no disminuye hoy.

No hay nada que no pueda hacer, nada que sea muy difícil para Él.

Cuando una situación nos resulte imposible, recordemos el poder de Dios, Él puede hacer lo imposible, trae a existir lo que no existe.

Pidamos al Padre nuestro milagro, confiemos en Él y dejémoslo trabajar a su manera y en su tiempo. Él sabe lo que es mejor para nosotros.

DR. DAVID JEREMIAH

VIERNES SANTO

Qué contraste que el día de mayor tristeza y dolor en la historia de la humanidad, también sea el día de la máxima victoria a través de todos lo tiempos, habidos y por haber.

Gracias Señor Jesús por haber guardado tu divinidad en un cuerpo humano, porque viniste a este mundo con el propósito de derramar tu sangre y entregar tu preciosísima vida por nuestra salvación.

Gracias Señor Jesús porque tomaste aquel madero inmensamente pesado en forma de cruz con todas nuestras actas de liberación, porque emprendiste aquel largo camino hacia el Gólgota, permitiendo a que el pecado se fuera adhiriendo a tu preciosísima carne, ese pecado que no perdió oportunidad y que ante el peso de su horror, te hizo caer en repetidas ocasiones y en toda te pusiste en pié. En una de esas ocasiones aceptaste la ayuda de Simón de Cirene, y sin importarte el incremento de burlas, nos dejas la enseñanza de que somos el cirineo de alguien, de que dejas cirineos en nuestro camino de quienes debemos aceptar y recibir la ayuda que nos mandas a través de ellos.

Gracias Señor Jesús porque alargaste tu agonía sufriendo dolores inmencionables colgado de la cruz, recibiendo contradicciones de gente mala, siendo golpeado por nuestro desprecio porque no eras el mesías tan tontamente fabricado por nosotros, porque no te reconocimos como el verdadero Mesías, y fue así como antes de entregar tu vida para nuestra reconciliación con el Padre, le pediste que nos perdonara porque no sabíamos lo que hacíamos.

Gracias porque nos entregaste a tu Madre como Madre nuestra, quien volvió a decir sí, siendo los causantes de tu pasión, de tu muerte y de su dolor.

Y cuando el último pecado estuvo adherido a tu preciosa humanidad, entregaste tu Santo Espíritu y tu humanidad se entregó a la muerte, muriendo contigo el pecado y nosotros.

Qué contraste que ante todo esto, fue el último paso para cantar y proclamar tu eterna victoria sobre el pecado y la muerte. Y ése y precioso tercer día en el que fuimos bendecidos con el bautismo de tu resurrección.

GRACIAS SEÑOR JESUS!!!!!!!











CALMANDO LAS TORMENTAS

He aprendido que cuando el Señor dice algo una primera y una segunda vez, es como para confirmar que aquello es de poner mucha atención; Marta, Marta….. el llamado a Samuel que se repitió tres veces, cuando en sus enseñanzas repite al inicio un «en verdad….en verdad os digo…»; y así hay otros tantos episodios con este actuar del Señor.

Pero también en sus acciones, en los evangelios, logro fijar mi atención en dos sucesos muy importantes: en el milagro de la multiplicación de los panes y cuando ordenó a la tormenta que se calmara. Episodios relatados dos veces.

Hoy quiero enfocarme en la acción de calmar la tormenta, y creo que es para enseñarnos que así como tiene el control de todo, también nos enseña que cuida de todo, no importando las circunstancias, está siempre presente, por ejemplo en el episodio cuando despacha a los discípulos para que crucen al otro lado, y Él se retira a orar, siempre estuvo pendiente del movimiento de los apóstoles, no perdió de vista la barca y nos enseñó cómo cuida de nosotros y aunque no estemos pendientes de su presencia, Él sabe cómo y dónde estamos.
Llega a nuestra barca en el preciso momento y nos enseña que lo único que tenemos que hacer es mantener nuestra mirada fija en su Rostro, en el Rostro del Eterno YO SOY, aunque sintamos que nos ha olvidado o que mucho tarda, Él siempre nos ve y llega en el momento perfecto.
El otro episodio es cuando va en nuestra barca y al ir descansando, se desata una terrible tormenta, escucha nuestros gritos, afligidos, llenos de temor, gritos donde mostramos nuestra falta de confianza en Él. Pero nos permite ver que siempre va en nuestra barca, nos permite disfrutar de su eterna compañía, de llenarnos de Él cada día y sobre todo tenemos la oportunidad de verlo en acción, cuando permite que atravesemos la siguiente tormenta y que podamos ver cómo a una orden suya, todo se calma.
Nos permite verlo en acción y al verle calmar una tormenta, ya sea física o espiritual, esa acción nos permite sacudir el polvo que envuelve nuestra fe, nos permite recibir esa vacuna de fe que estamos necesitando.

El Señor nos presenta un todo de su presencia, nos enseña que siempre está pendiente de nosotros. Unos al no verlo, tarde o temprano lo recibimos en la barca, otros conscientes de su presencia en nuestra barca recibimos esa vitamina faltante en nuestr fe.

Siempre pendiente, siempre actuando.

Gracias Señor!!!!