SUTILES ATAQUES

Satanás no nos ataca con estruendos, ni con gritos, sino lo hace calladamente, en forma de susurro.

Perseverantemente va sembrando dudas, agranda nuestros fracasos, repite heridas y ofensas que recibimos en el pasado, nos hace añorar un pasado en el que engrandece la idea de que todo era mejor. Comienza a apagar la luz que el Espíritu ha encendido.

No permitamos que siga disfrutando en nuestra mente que es su «playground» favorito, su centro de cocina en donde mezcla ingredientes y hornea a su gusto. No permitamos que se apodere de nuestra mente, no es que logremos expulsarlo de un sola vez, pero ¿cuántas veces hemos estado conscientes de que poseemos una armadura de Dios para resistir? No le permitamos que termine de hornear cuantos pasteles desee.

Vistámonos cada día con la armadura de Dios y a resistir.

EXCUSAS

«Las excusas para la desobediencia no han cambiado mucho desde que Moisés se encontró con la zarza ardiente. Cuando sientas la tentación de responder con «PERO…», recuerda que no necesitas estar calificado ni preparado. Dios vio a Moisés tal como era y lo capacitó. Él hará lo mismo contigo».

CHARLES STANLEY

ATADURAS

Cuando comencé a acercarme más a Dios, atravesé momentos donde las ataduras de mi esclavitud a la autocrítica, a la culpa, a creer que si caía no tendría más oportunidades y tantos otros pensamientos negativos que revoloteaban jugando alegremente en mi mente, comprendí que así como Israel después de haber sido liberados de Egipto, seguían añorando la situación que los había oprimido por tanto tiempo. Y cuando viviendo cada día al amparo del Dios Altísimo no se atrevieron a conquistar la tierra prometida. porque las cadenas, aunque invisibles, seguían pesando igual.

En mi pensar decía que si sentía temor, no podía esperar que Dios hiciera algo por mí. Una vez más ¡qué equivocada estaba!

No hay nada de mi actuar que sorprenda a Dios, Él conoce cada uno de mis pensamientos, de mis acciones, nada……nada…..nada lo sorprende y cuando me salgo del camino, cuando dejo que los ruidos de mi mente me guíen por otras sendas siempre me atrae hacia Él. Como en el caso de Abraham, cuando perdió de vista la promesa de Dios, Dios siempre cumple lo que está en sus planes. Cuando fallamos, cuando atravesamos situaciones difíciles Él siempre está presente.

Cada día te suplico amado Espíritu Santo que me des la docilidad que me permita dejarme acercar a mi Padre a través de su cayado, a dirigir mis pasos al sonido de su vara.

¡MUCHAS GRCIAS MI SEÑOR!

UN ANCLA

«Tenemos un ancla que nos mantiene firmes sin importar cuán fuertes soplen los vientos de la adversidad: LA ESPERANZA.

Esta no es una esperanza de «ojalá no llueva mañana». Más bien:

– es un «ancla del alma, segura y firme», (Hebreos 6, 19),
– es una esperanza mejor que cualquier otra, traía por Cristo, (Hebreos 7,19),
– es un ancla ofrecida a todos, (Hebreos 6, 18),
– es un ancla basada en la fidelidad de Dios, (Hebreos 10, 23),
– es un ancla mediada por el Espíritu Santo».

DR. DAVID JEREMIAH
























APRENDIENDO

Aunque todavía no logre comprender el enorme sacrificio de Jesús, que no solo comprende el hecho de haber entregado su vida y derramado su sangre por mí, voy aprendiendo a comprender como el mismísimo Dios, guardó su divinidad en un cuerpo humano.

Padeció cosas que no hemos experimentado, no quedó nada sin presentarse y en tres años de su ministerio padeció y murió porque viviendo en carne propia nos aseguró que no temamos, nos dió el ejemplo de que había vencido al mundo. Se hizo hombre porque tenía que morir y así derrotar a la muerte.

Pienso que las enfermedades que Dios permite experimentemos, es porque es la única manera de vivir en carne propia los respectivos achaques que nos permiten la oportunidad de unirnos, aunque sea de una manera muy leve, a sus padecimientos, de igual manera las turbulencias que experimentamos son parte de nuestro aprendizaje en la maravillosa universidad de Dios.

¡GRACIAS AMADO DIOS!

¡Y ME QUEDE SIN TRABAJO!

Recuerdo el momento cuando me dieron de baja en mi trabajo, así como también el día en que comencé a trabajar. Dos situaciones opuestas pero con el común denominador: la presencia de Dios.

Obviamente en la primera ocasión llené mis labios de alabanza y agradecimiento porque el sentimiento de alegría y paz de que podría atender mis necesidades, estaría llegando a través del pago quincenal de mi salario.
En la segunda ocasión, gracias al Espíritu Santo, que no se cansa de mí, al recibir la noticia me puse de rodillas y de igual manera alabé al Señor y le dí gracias. Creo que un momento, que no duró mucho me pregunté ¿qué haría a partir de ese momento? y como en un soplo Dios contestó, no con palabras, fue un soplo de que Él tenía el control. Fue una respuesta no en palabras, porque muchas veces las palabras van perdiendo fuerza, pero fue una respuesta que se apoderó de todo mi ser entrando en mi entendimiento humano y espiritual como una intravenosa cuando entra al torrente sanguíneo. Quedó impresa en todo mi ser.

Y en su inmenso Amor e infinita Misericordia que es nueva cada día, siguió encargándose de mi provisión espiritual, económica, de vivienda y todo lo que cabe en la palabra provisión.

A través de esta experiencia que siempre cuida de mí, ayudó a que mi confianza fuera transformada de sentirme segura a través de lo que mis ojos percibían, o de la manera acostumbrada de recibir provisión, Él me confirmó que todo viene de Él.

Comprendí que me ama tanto que para acercarme a Él y vivir cada día de su presencia, apartó lo que era una pared que me impedía seguir acercándome a Él y disfrutar de su grandeza.

Ayúdame Señor a seguir alabándote al recordar tu presencia en nuestra vida, y fortalecerme sabiendo que en todo hay un propósito divino. Que TIENES EL CONTROL DE TODO.

¡GRACIAS SEÑOR!





























APRENDIENDO DE JOB

«La historia de Job, nos enseña que el lamento puede convertirse en danza, y que nuestra alabanza a Dios no debe depender de nuestras circunstancias. Al igual que Job podemos decir:
– Aunque venga la enfermedad, mientras viva, te alabaré.
– Aunque mis labios quieran callar, mientras viva, te alabaré.
– Aunque el desierto me quiera secar, mientras viva, te alabaré.

En su enfermedad, Job oró por sus amigos, en su escasez, Job oró por la provisión de sus amigos.

A veces en medio de nuestra escasez, dolor o angustia, Dios nos llama a servir a otros».

YouVersion.

PENSAMIENTOS

A continuación deseo compartir algunos pensamientos que Dios permitió que llegaran a mí justo en el momento en que los he necesitado. Ha sido un destello de su presencia, una muestra de que sabe por lo que estoy pasando, una palmadita en la espalda en la que me dice que no tema, que Él TIENE EL ABSOLUTO CONTROL DE TODO.

«A veces un no de Dios es la respuesta que necesitamos».

«La provisión de Dios, no siempre llega como esperamos, pero nunca llega tarde».

«Jesús dijo: «Yo soy el Pan de vida», Él es nuestro sustento, alimenta nuestro cuerpo, nuestro corazón. Trae paz cuando hay ansiedad, esperanza cuando no vemos salida, palabra viva cuando estamos secos. Él nos sirve lo que más necesitamos, a veces fuerza, otras consuelo, otras respuesta o simplemente su presencia».

«Dios tiene recursos infinitos y un poder ilimitado».

«La paz no viene de tener todas las respuestas o una vida fácil. La paz viene de tener la presencia de Dios».

Espero que estos pensamientos llenen todo vacío por el que estamos pasando, que respondan toda duda que nos angustia.

¡GRACIAS SEÑOR!

TROPEZANDO CON DIOS

Estando alertas cada día tenemos la oportunidad de tropezar con el Señor. A veces nos lo topamos situaciones llenas de gozo, otras veces en situaciones difíciles, situaciones asfixiantes… entonces, Dios que se presenta de maneras extraordinarias, sorprendentes y a través de su muy peculiar manera de actuar llega antes de desfallecer, y, al preguntarnos ¿por qué permite que atravesemos esa situación, si siempre nos rescata?, existen millones de respuestas a esta pregunta, pero hoy deseo compartir una de ellas, y es que a través de esas situaciones, y habiendo recibido el consuelo del Señor, tenemos la oportunidad de consolar a otros compartiendo nuestra experiencia personal. Podemos compartir el consuelo con el que fuimos consolados, podemos compartir con otros la Gloria de Dios en nuestras vidas.

Estemos atentos para llenarnos de esos maravillosos tropezones.

RESCATADA DEL CASTILLO TENEBROSO

Todos hemos escuchado esos cuentos en donde se encuentra una princesa atrapada en un castillo, encerrada bajo mil candados y con un dragón impidiendo que alguien se acerque para rescatarla.

Pero al final siempre llega el príncipe valiente, que no le teme a nada y que muestra el inmenso amor por esa princesa cuando arriesga el todo por el todo, incluyendo su vida por rescatar a la princesa.

El día de ayer leí algo que me recordó estas historias, no recuerdo muy bien quien lo escribió pero decía así :
«Para ver a Dios calmar nuestra tempestad, es necesario estar en la tempestad; para ver a Dios mover montañas, es necesario toparnos una».

Y medité que aquellas princesas pasaron por momentos de mucha angustia, de depresión, de una rendición a no seguir manteniendo viva la esperanza porque lo que veían no tenía ningún tipo de solución. Posiblemente ni siquiera imaginaron que habría alguien dispuesto a luchar por rescatarlas, y sin embargo sí existía. Llegó en el momento menos esperado, tavés de una forma inusual o cuando ya no podía más. No lo sé…..pero gracias al Espíritu Santo, que no se cansa de mí, comprendí que todos tenemos ese Príncipe, quien tiene sus ojos directamente sobre nosotros y que llega justo en el momento preciso. Ese Príncipe es Rey de Reyes y Señor de Señores, es Hijo del Dios Altísimo y que entregó su vida por nuestro rescate.
Es cierto que como aquella princesa atravesamos situaciones que no comprendemos, situaciones dolorosas, situaciones angustiantes, también tenemos la oportunidad de mantener viva nuestra esperanza porque ese Príncipe siempre llega, que no solo actúa una vez en nuestro rescate, lo hace siempre, que su rescate no tiene fecha de caducidad.

Hoy te pido Divino Espíritu Santo que me ayudes a permanecer firme, de pié, junto a mi Señor sobre la roca.