He aprendido que cuando el Señor dice algo una primera y una segunda vez, es como para confirmar que aquello es de poner mucha atención; Marta, Marta….. el llamado a Samuel que se repitió tres veces, cuando en sus enseñanzas repite al inicio un «en verdad….en verdad os digo…»; y así hay otros tantos episodios con este actuar del Señor.
Pero también en sus acciones, en los evangelios, logro fijar mi atención en dos sucesos muy importantes: en el milagro de la multiplicación de los panes y cuando ordenó a la tormenta que se calmara. Episodios relatados dos veces.
Hoy quiero enfocarme en la acción de calmar la tormenta, y creo que es para enseñarnos que así como tiene el control de todo, también nos enseña que cuida de todo, no importando las circunstancias, está siempre presente, por ejemplo en el episodio cuando despacha a los discípulos para que crucen al otro lado, y Él se retira a orar, siempre estuvo pendiente del movimiento de los apóstoles, no perdió de vista la barca y nos enseñó cómo cuida de nosotros y aunque no estemos pendientes de su presencia, Él sabe cómo y dónde estamos.
Llega a nuestra barca en el preciso momento y nos enseña que lo único que tenemos que hacer es mantener nuestra mirada fija en su Rostro, en el Rostro del Eterno YO SOY, aunque sintamos que nos ha olvidado o que mucho tarda, Él siempre nos ve y llega en el momento perfecto.
El otro episodio es cuando va en nuestra barca y al ir descansando, se desata una terrible tormenta, escucha nuestros gritos, afligidos, llenos de temor, gritos donde mostramos nuestra falta de confianza en Él. Pero nos permite ver que siempre va en nuestra barca, nos permite disfrutar de su eterna compañía, de llenarnos de Él cada día y sobre todo tenemos la oportunidad de verlo en acción, cuando permite que atravesemos la siguiente tormenta y que podamos ver cómo a una orden suya, todo se calma.
Nos permite verlo en acción y al verle calmar una tormenta, ya sea física o espiritual, esa acción nos permite sacudir el polvo que envuelve nuestra fe, nos permite recibir esa vacuna de fe que estamos necesitando.
El Señor nos presenta un todo de su presencia, nos enseña que siempre está pendiente de nosotros. Unos al no verlo, tarde o temprano lo recibimos en la barca, otros conscientes de su presencia en nuestra barca recibimos esa vitamina faltante en nuestr fe.
Siempre pendiente, siempre actuando.
Gracias Señor!!!!