Siempre que he escuchado esta lectura o la he leído, he tenido en mente que ese hecho implica una reprimenda, un posible castigo por no estar al pendiente de lo que tengo que hacer y el momento en que se espera que lo haga.
Y seguramente así es.
Pero me puse a meditar un poco y tambíen, creo, que esa advertencia se puede referir que si no estamos preparados, esa venida del Señor a cada uno de nosotros, nos la podemos perder.
Al no estar preparados cada día, pidiéndole al Espíritu Santo que nos dé la suficiente sensibilidad para reconocer a Jesús siempre. Pedirle que nos permita escuchar esa campanita que toca cuando nos indica «Es el Señor», y lo veamos pasar frente a nosotros sin reconocerle.
Hoy cada día le pido que me permita tropezar con Él; no quisiera que cuando venga sin avisar como un ladrón, me pierda de su presencia.