Hemos sido inmensamente bendecidos con los dones del Espíritu Santo, muchas veces pensé, erróneamente, que los dones no estaban al alcance de todos y que algunos habían recibido dones que otros no.
Pero ahora, gracias al Espíritu Santo, sé que todos hemos sido bendecidos con sus dones, y cuando gracias a Él comprendí esta grandiosa bendición, comencé, no a pedir para recibir los dones, sino más bien a ser guiada y fortalecida para ejercitarlos, ya que los dones están en mi.
Consciente que en cuanto al don del dominio propio soy sumamente débil, y pidiéndole al Señor me ayude en el fortalecimiento de este don, he llegado a comprender que cualquier oportunidad de luchar con la tentación es una oportunidad de ejercitar el músculo del don de el dominio propio.
Gracias amado Padre y ayúdame a reconocer esas oportunidades y a recordar de llevar puesta tu armadura y después de haber vencido todo: R E S I S T I R