POBRE DE ESPIRITU

Recordando esos momentos en los que la escasez económica marcaba mi día a día, y como constantemente buscaba lo necesario para completar la provisión de cada día y la inmensa alegría cuando lograba llenar esa necesidad.

Me doy cuenta que al carecer de tanto, fui tan felíz al abastecerme con tan poco, ese poquito llenaba mi necesidad y no había complicación de un querer más, de un pensar en cómo o dónde estaría la siguiente provisión, sólo sabía que ahí estaría mientras no me cansara de buscar. Siempre encontraba.

De la misma manera siendo pobre de espíritu, no me canso de buscar a Dios en todo momento, en todo acontecimiento, en cada situación, en cada oportunidad.
Y con un pedacito de Él con el que tropiezo cada día, se produce en mí un gozo que se desborda a través de cada uno de mis poros.

Ayúdame Señor a que ese afán de llenar mi pobreza con tu presencia se mantenga siempre vivo en mi corazón.

¡GRACIAS AMADO DIOS!

















Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *