Muchas veces me encontré buscando a Dios en las cosas grandes, según mi propio punto de vista, o lo esperé en lugares en donde la pompa, la algarabía estaban presentes y en otras ocasiones lo llamé en el bullicio que me rodeaba.
Hasta que un día el Espíritu Santo, que no se cansa de mí, me guió a recordar dos acontecimientos que cambiaron en un giro de 360° mi búsqueda y mi espera en el Señor.
Trajo a mi recuerdo cuando Naamán casi se pierde del milagro de la sanación de su enfermedad porque el profeta Eliseo no estaba actuando como Naamán lo esperaba, no hubo trompetas ni tambores anunciando su proceso de sanación y todavía la indicación que le recetaron seguir era tan insignificante: bañarse en un río mucho menos importante que los ríos que bañaban la tierra de donde él vivía.
También vino el recuerdo del profeta Elías, cuando resguardado en aquella cueva buscó a Dios en el viento fuerte, en el terremoto, en la tormenta tempestuosa…… y la voz del Señor vino a Elías a través de un susurro.
Hoy recordar estos dos episodios me ayudan a alcanzar esa paz que sobrepasa todo entendimiento e incrementa la expectativa de la espera de la presencia de mi Señor.
Ayúdame Señor a dejar pasar el ruido y a liberarme de la falsa imagen de como aparecerás.
¡GRACIAS AMADO SEÑOR!