Hay tres hermosas parábolas que cuenta Jesús, y las tres tienen un común denominador: algo está perdido.
– La oveja perdida.
– La moneda perdida.
– El hijo pródigo.
En las tres circunstancias las tres cosas fueron encontradas, fueron buscadas, fueron esperadas, no aparecieron, sino más bien fueron buscadas y encontradas.
En cada ocasión hay una búsqueda de lo que está perdido: el pastor busca su oveja, la mujer busca la moneda y el padre sale al encuentro de su hijo antes de que este encuentre el camino correcto.
Ayúdame Señor a recordar las palabras que un día me hiciste llegar a través de Moisés y que cada día me recuerdan de no temer y permanecer firme para verte actuando en mi día a día, ayúdame a no adelantarme a tus planes y esperar ser encontrada, y que por favor que en esa espera tenga la oportunidad de servirte sirviendo a mis hermanos con amor.