Te pido amado Señor, que me permitas darle oportunidad a cada día, porque es único en su especie, solo cuenta con veinticuatro horas y al terminar su jornada no tiene la oportunidad de volver.
Ayúdame que mi alma no se acongoje ante un futuro que sólo a Tí te pertenece y que el pasado sea para alabar tu presencia, guíame para que no me quede atrapada en el pasado, añorando otros tiempos o autocriticándome por lo que hice o no hice, que el recuerdo de mi pasado sea una oportunidad de agradecerte que estuviste ahí conmigo.
Que el recuerdo de ese pasado al traerlo a mi presente sin reproches, vea como conviertes mi llanto en alegría.
¡GRACIAS MI SEÑOR!