Cada día enfrentamos la lucha entre la carne y el Espíritu, porque cuando hemos probado un poquito de Dios, nos volvemos sedientos y hambrientos de seguir recibiendo más de Él.
Esa lucha en la cual la carne tiene una presencia muy fuerte, trabajando en nosotros con tantos aliados como el temor, las tentaciones, el pecado…… y cuando abrimos una pequeña rendija se enfoca que nos suceda como le sucedió a Israel, quienes después de haber sido liberados de Egipto de maneras espectaculares, pronto olvidaron como Dios los sacó, y a pesar de que los acompañó durante su trayecto a través del desierto, les faltó valor para poseer la Tierra Prometida, se olvidaron del Dios vivo que estaba con ellos y sin darse cuenta confiaron en sus propias habilidades, que resultaron inadecuadas y con muchas limitaciones.
Ayúdame Señor a no olvidar tus hazañas tan personalizadas en mi vida y a cimentar mi fe en las palabras que pusiste en labios de Moisés antes de cruzar el mar, esas palabras que nos dicen que no temamos y que permanezcamos firmes, que veremos tus obras, veremos como nos rescatas cada día y como te haces cargo de todos esos egipcios que nos persiguen, que solo miraremos y que nunca más los volveremos a ver.
¡GRACIAS AMADO PADRE!