CALMAS MIS TORMENTAS

Meditando en las dos ocasiones en que el Señor Jesús calmó la tormenta, aprendo, gracias al Espíritu Santo, que no se cansa de mí, que en una de las ocasiones, Él no estaba físicamente en la barca, pero estaba pendiente de mí, se acercó, se subió y calmó la tempestad. ¿Qué me dice de manera muy personal? que lo único que necesito hacer es esperar en Él, confiar en Él y tener mi vista en su rostro, en el rostro del eterno YO SOY. Porque antes de subirse a mi barca se identifica y dice «no teman SOY YO».

En la otra ocasión va en la barca cuando se desata un tempestad, atiende nuestra desesperación, comprende nuestro miedo, se levanta y calma una vez más la tempestad, ¿Qué me dice de manera muy personal? que siempre va a mi lado, que su presencia física de verdadero Dios y verdadero Hombre, va en mi barca. Y que en esta ocasión en su condición de hombre conoce sentimientos de soledad, de ansiedad, de tristeza, de dolor, de traición…….y que está dispuesto a enfrentar cualquier tormenta por mí y junto a mí.
¿Y por qué permite que atraviese por una tormenta? para enseñarme que Él ya se hizo cargo de cualquier tormenta desde la eternidad y si permite que yo la atraviese, es para enseñarme que Él va conmigo, es para que al verle solventar la tormenta, es para sacudir el polvo que ha envuelto mi fé y para recibir mi próxima dosis de fé.
También me doy cuenta de que si utilizo mi barca, es para ir hacia otra orilla, es para lanzar mis redes y obtener mi pesca del día, y con Él en mi barca, con seguridad llegaré a la otra orilla y recogeré mis redes con la bendición de la pesca de cada día.

Jesús va con nosotros, no temamos, y si no podemos evitar el sentir temor, cerremos los ojos y agarremos con fuerza su manto.

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