En el libro de Proverbios 5, 3; y en el Salmo 55, 21, se menciona a una «mujer seductora» de quien se reciben palabras de dulzura, todos estamos a la orden de esa tentación que esta mujer nos ofrece, todos escuchamos esas palabras seductoras que deseamos escuchar, todos escuchamos esas dulces invitaciones a caminar hacia la tentación. Esta mujer al igual que una Jezabel, que conoce nuestras debilidades, nos ofrece la dulzura de la satisfacción momentánea de nuestra carne y que al ir ganando terreno en nuestra voluntad, terminan por destruirnos.
Pidamos al Espíritu Santo guía y discernimiento para distinguir una verdadera melodía del canto de una sirena.
