LIBRADOS DE EGIPTO.

Hace aproximadamente doce años atrás y debido a una escasez económica que atravesaba, me retrasé en el pago de la renta de la propiedad que alquilaba. No voy a entrar en detalles porque no le quiero quitar importancia al hecho de que por primera vez me apropiaba de una de tantas promesas que el Señor tiene para mí y que va revelando cuando Él considere que estoy lista para hacerlas mías.

La promesa está en el libro de Éxodo 14, 13 «No teman y permanezcan firmes, y verán de que manera Yahvé los va a salvar. Miren a todos esos egipcios, que hoy ven, nunca más los volverán a ver. Yavé peleará por ustedes y ustedes solamente mirarán».

En ese preciso momento gracias a la acción del Espíritu Santo que no se cansa de mí, comprendí que Dios se haría cargo de la situación, y aunque yo esperaba su respuesta y su presencia como yo pensé que sería, todo se resolvió a la manera y en el tiempo de Dios. Ví a ese egipcio sucumbir en las profundidades del mar y me llené de gozo al recibir la victoria que Dios había ganado para mí.

Desde entonces esa promesa es repetida y esculpida una vez más en mi corazón cada día, es una constante alabanza al recuerdo de su presencia siempre viva en mí.

Hoy vuelvo a experimentar una situación igual, esta vez no es por escasez económica, y no puedo explicar como el mantener viva esta promesa, llena mi alma y todo mi ser de la Paz de Dios, esa Paz que sobrepasa todo entendimiento y guarda mi corazón y mi mente en Cristo Jesús.

Hoy mi deseo, claro siempre es que esta nueva amenaza llegue a su fin, pero en el proceso el Señor ha tocado mi corazón y mi deseo es descubrir otro pedacito de su presencia, es encontrar lo nuevo que Él tiene para mí, lo nuevo que desea que aprenda y lo más sorprendente es que estoy aprendiendo a pedir con todo mi corazón por los que van a entablar esa demanda.

¡GRACIAS AMADO PADRE!

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