MOSTRANDOLE AMOR A DIOS CADA DIA

Cuando vamos superando los deseos y las exigencias de la carne, aprendemos a morir a nosotros mismos, aprendemos a rendirnos ante el Señor, quien con su Gracia y su Presencia se instala en ese espacio vacío que dejó ese pedazo de carne vieja que dejamos morir.

Hace algunos días, aprendí que al morir en mi carne, no es algo que se manifieste de forma grande y sorprendente, puede ser a través de algo muy pequeño como lo fue para mí el recoger una basura en la que yo no había tenido nada que ver, el guardar un alimento en su debido contenedor cuando yo no lo había dejado fuera de lugar, o el dispensar una ofensa recibida sin ningún motivo. En esas tres situaciones respondí con un NO. Pero luego gracias al Espíritu Santo, que no se cansa de mí, y sin esperar mucho tiempo mi no empequeñeció hasta desaparecer y darle lugar a un SÍ SEÑOR.

No puedo expresar el gozo que sentí al haber obedecido, al no haber dejado pasar más tiempo en el que seguramente el diablo se habría complacido en alejarme más de obedecer a mi Padre.

¡GRACIAS SEÑOR!

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