La adversidad, llámese contratiempo, situación incomoda o difícil, problema o cualesquiera sea alguno de los nombres que llevan a la misma sensación nada agradable, siempre están en el menú del día nos guste o no.
Cuantos escritos existen sobre la importancia de la adversidad y lo ganadores que resultamos al atravesar alguna. Todos coinciden con el mismo resultado, pero muy pocos nos dan la dosis de medicina que necesitamos en esos momento tan áridos.
Siempre que busqué consuelo antes esos consejos, sin darme cuenta busqué el sentirme mejor después de cada lectura pero no fue hasta que el Espíritu Santo, que no se cansa de mi, me tomó una vez de la mano y me enseño que solamente estaba aliviando momentáneamente mi adversidad y mientras atravesaba por alguna de ellas ya la otra estaba tocando a la puerta, y me enseño que tenía que aprender a abrazar mis adversidades, a darles su propio espacio y recordar constantemente que Dios tiene el control de t o d o.
Que cuando todo lo que llega a nuestras vidas ya paso por sus dedos, y recordé un pasaje del libro de la Sabiduría, que no hay que decir porqué esto o porqué aquello….. esto es bueno o esto es malo…. porque todo en su momento tiene su razón de ser.
Siguen sin gustarme las adversidades, pero antes de ponerme mis guantes e box o sacudirlas con la escoba, las miro y las abrazo, sintiendo compasión dándoles mi mas sentido pésame porque están por desaparecer, no solo serán escondidas bajo la alfombra como en un tiempo solía hacer.
Tenemos un Padre que nos cuida solo tenemos que esperar que sea en su tiempo y a su manera porque algo esta queriendo que aprendamos al atravesar alguna adversidad.