Cuando al leer las Sagradas Escrituras, algunas veces pienso en todas aquellas personas que siguieron a Jesús, que se entregaron sin pensar en consecuencias o trabajos que tendrían que atravesar, pienso en todos esos mártires que atravesaron suplicios llegando en muchos momento a la muerte.
Entonces le doy gracias al Señor porque como dice en su Palabra, diseñó un lugar y escogió con exactitud nuestro tiempo de habitar esta tierra, le doy gracias porque muchas veces me he preguntado si habría creído que Jesús era el verdadero Mesías? o me habría ofendido por sus enseñanzas, siendo de los que lo insultaban, lanzaban piedras, lo escupían? Habría tenido el valor de renunciar ante la insinuación de renegar de mi fe ante la amenaza de una muerte?
No lo sé…..pero Él sí lo sabe, lo ha sabido desde la eternidad, supo el momento y el lugar en el que yo estaría presente en esta tierra, y no dejo de agradecer su infinito amor y su eterna misericordia que es nueva cada día.
Gracias Señor por estar pendiente en cada momento de nuestro caminar, por caminar con nosotros, por conocer nuestras limitaciones y por manifestar tu Grandeza en nuestras debilidades y darnos la oportunidad de seguirte.
PERSEVERANCIA EN LA PERSECUCIÓN
Cada uno de nosotros somos perseguidos cada día, y no necesariamente de manera física, somos perseguidos a través de nuestras tentaciones, de nuestros pensamientos, de nuestro malos deseos… somos bendecidos a través de estas persecuciones porque tenemos la oportunidad de tomar nuestra cruz, abrazala y así heredaremos el reino de Dios Lc 14, 25-27.
Somos bendecidos por ser perseguidos por buscar la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, Mt 5, 10
EL DEMONIO, LA CARNE Y EL MUNDO
Otras veces conviene usar la fuerza y contradecir varonilmente el apetito sensitivo, y no cuidar de lo que la carne quiere o no quiere, sino trabajar sobre todo porque esté sujeta al espíritu
aunque le pese. y debe ser castigada y enfrentada hasta que esté pronta para todo lo bueno, y aprenda a contentarse con poco, holgarse con lo sencillo y no murmurar contra cosa alguna que le fuere amarga».
Santo TOMAS DE KEMPIS , «IMITACIÓN DE CRISTO».
EN EL LUGAR PERFECTO
Muchas veces impulsados por la búsqueda de un mejor lugar para vivir, levantamos velas y dirigimos nuestra barca hacia otros rumbos.
No considero esta opción como algo malo, más bien en su mayoría pienso que es un impulso por darle una mejor vida a nuestros seres queridos o porque necesitamos alejarnos del peligro alrededor nuestro.
Lo triste es que muchas veces tomamos esta decisión sin consultar antes con el Padre cómo debemos proceder, escuchamos consejos de amigos, de otros que no son tan amigos, pero pululamos de un lugar a otro esperando la aprobación de lo que deseamos hacer y por último decidimos confiar en el Señor.
En el primer capítulo de la carta hacia los Filipenses, después del saludo tan afectuoso de San Pablo, él les comunica cómo a pesar de permanecer en prisión, atado veinticuatro horas a un guardia, el Evangelio seguía creciendo.
Pienso que talvez pudo haber pedido ser trasladado de lugar, o puesto bajo otras condiciones de encarcelamiento, no lo sé, sólo sé que no pidió ser movido de donde estaba, y estando donde estaba bajo las condiciones en las que se encontraba, se desarrolló la oportunidad de:
1. El evangelio progresaba con todo lo que le sucedía Fil 1, 12
2. Todos los del palacio y los de afuera llegaron a saber que estaba encadenado por el
Cristo. Fil 1, 13
3. Debido a su condición de preso otros se atrevieron a proclamar más abiertamente la
Palabra. Fil 1, 14
4. Otros con la intención de hacer más amarga su estadía en la cárcel, se ponían a anunciar
a Cristo. Fil 1, 17
Y todo gracias a que San Pablo no pidió ser aliviado en su encarcelamiento, se aferró al inmenso amor que sentía por Cristo, siguió donde tenía que estar según los planes del Señor y no se desgastó tratando de buscar horizontes falsos.
ORACIONES
Al comenzar a comprender el inmenso amor que Dios siente por todos y de manera muy personal por cada uno de nosotros, medito en el deseo de Dios de comunicarse con nosotros, a demás de que Jesús junto con el Espíritu Santo interceden por nosotros, Él nos da la libertad de expresarnos a nuestra manera.
Pienso en muchas maneras en que nos hemos acercado al Padre a través de la oración, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, aparecen tantas formas de oración, unas llenas de alabanzas, otras exaltando su Omnipresencia, su Omnisciencia, su Omnipotencia, unas han sido un lamento y en ocasiones un clamor pidiendo ayuda.
En fin, hay una oración para cada situación y para cada uno de nosotros. Y creo que es con el fin de decirnos que no necesitamos más que acercarnos y derramar nuestros corazones ante Él, que sabe lo que vamos a pedir mucho antes de que lo hagamos. Pero al permitirnos presentar nuestras oraciones, nos da la oportunidad de acercarnos a Él de manera personal, es mostrarnos que podemos contar con Él siempre.
Permíteme mi Señor seguir acercándome a Ti, y que sin dejar de alabarte poder ser tan directa y honesta como aquel ciego al que preguntaste «¿Qué deseas? en su sencillez respondió «¡Que vea Señor!
Gracias Señor!
Rm 7, 8
«El pecado desafió el mandamiento, despertando en mí toda suerte de codicias, mientras que sin ley el pecado era cosa muerta».
En repetidas ocasiones leí este versículo sin realmente entender a que se refería, hoy con la guía del Espírito Santo entiendo un poquito más.
Entiendo que el pecado siempre ha existido moviéndose libremente y cuando vino la ley con todas las prohibiciones, para nuestro bien, el pecado tomó notoriedad, se esmeró en hacerse partícipe en nuestras vidas, se esmeró en sobresalir y por eso dice que desafió el mandamiento, actuó en la natural forma de que cuando existe un NO hagas, NO digas, NO pienses, NO a la tentación es cuando toma fuerza y todos los reflectores apuntan hacia él incrementando su notoriedad, haciéndonos llevar la contraria.
Al pecado le vale madre cualquier tipo de prohibición y acuerpándose con las exigencias de la carne, nos hace hacer cosas que de verdad no queremos. Es como el niño al que se le dice que se aleje de los tomacorrientes y lo primero que hace es buscar un tenedor para introducirlo en el tomacorriente.
Definitivamente la prohibición es lo que le da vida y fuerza al pecado, porque como dice San Pablo que ante un no, nace inmediatamente el deseo de llevar la contraria.
«Cuando llegó el mandamiento, le dio nuevamente vida al pecado». Rm7, 9
El pecado se sirve de algo bueno que es el mandamiento, que es algo bueno, para darnos muerte.
TENIENDOLO TODO
Cuando pienso que la vida de la profetiza Ana, dedicada a servir a Dios por medio de ayunos y oración, sirviendo en el Templo desde su juventud al quedar viuda, tiene una similitud a la vida de san Juan Bautista, quien vivió en el desierto despojado de toda clase de comodidad, de comidas suculentas que rebalsaran el gusto.
Y en qué parte de sus vidas enfoco mi atención? en la parte que confirma que para mí son las personas que lo tuvieron todo teniendo la nada.
Vivieron una vida completamente plena cuando no dependieron de las comodidades o gustos momentáneos que ofrece la vida. No hubo nada que alguna vez hayan probado y se hayan quedando con la añoranza de repetir algo, porque el gusto se encaprichaba al querer disfrutar nuevamente de algo que por un instante había comprometido el querer más.
Qué dicha tan grande poder pasar por lugares donde la campanita del deseo despierta las exigencias de la carne, y tener la firmeza de oponerse a la tentación porque se tiene la voluntad entrenada al gusto por el no desear lo que nunca hemos tenido.
Sin duda alguna han sido las personas que lo han tenido en el tener nada.
CÓMO ESPERAR EN EL SEÑOR
TRANQUILAMENTE: «En Dios sólo descansa el alma mía» Sl 62, 1
CONFIADAMENTE: «Cállate ante Dios y espéralo» Sl 37, 7
EXPECTANTE: «La bondad del Señor espero en este mundo de vivos» Sl 27, 13
VALOROSAMENTE: «Confía en el Señor, ¡ánimo arriba! Espera en el Señor. Sl 27, 14
EN SU PALABRA: «Espero en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra, mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela» Sl 130, 5
DR. CHARLES STANLEY
LA RECOMPENSA DEL DIEZMO
Muchas veces, por no decir, siempre, escucho el consejo de diezmar y la seguridad de ver mis provisiones físicas y materiales incrementadas.
No estando segura de hacer caso a este consejo, y creo que por falta de fe, por falta de confiar en mi Padre de que me permitiría disfrutar de ese beneficio, no me atreví a intentarlo, hasta que un día sin darme cuenta, tuve la oportunidad de brindarle mi ayuda económica a cierta persona.
Se me presentó la oportunidad y sin pensarlo dos veces y logré hacerlo yendo un poco más lejos de la milla esperada, y por un instante en mi vida, el inmenso gozo que me embargó, llenó todo mi ser, fue un gozo tan exuberante que se desbordó a través de los poros de mi cuerpo. Fue una experiencia que me dejó esperando la siguiente oportunidad de repetir la misma acción o alguna similar.
Fue entonces cuando comprendí que los cielos se habían abierto para llenar mi corazón de bendición, de un sentimiento tan indescriptiblemente inmenso y comprendí como había recibido la recompensa por mi diezmo.
Aprendí a buscar la oportunidad de servir al Señor no solo a través de cumplir con un diez por ciento de mis ingresos económicos, aprendí a entregar lo que el pone en mi corazón y a hacerlo a su manera y no a la mía.
APRENDIENDO A SOMETERME
Permitiendo al Espíritu Santo que me guíe, me encuentro comparando el don de someterse con el arte de someterse.
Muchas veces considerándome humilde (de lo cual hoy me río), pensé en mis luchas para resistir a las tentaciones, y cada día ofrecía al Señor mi esfuerzo por resistir, ideando una y mil formas para mantenerme invicta en esa lucha.
Qué lejos estaba, que ciega por las escamas de la soberbia que me impedían ver y escuchar lo que el Espíritu Santo en su murmullo constante me susurraba. Y un día gracias a que no se cansa de mí me permitió escucharlo cuando me demostró que lo que estaba haciendo era confiar en mis propias fuerzas. Arrancaba cada ofrecimiento pero sin reconocer ante mi Señor de que sola no puedo, dejé de seguir intentando ser la super mujer que lograría llegar al final del día y recibir la corona de la victoria por haber conseguido resistir.
Hoy sé que solo necesito reconocer con todo mi corazón de que sola no puedo, de que necesito de mi Padre para afrontar la resistencia y ver como el diablo huye.
Hoy viene a mi corazón y sale de mi boca un Padre ayúdame porque estoy por caer. y mientras recibo la fuerza que Él me envía, me conforta recordándome que por un instante de aguantar, de sufrir la privación, el gozo que me acompaña el resto del día y que se mantiene vivo en mis recuerdos es incomparable.
Me da la fuerza de no cambiar mi gozo por un plato de estofado.
Gracias Señor¡¡¡¡¡¡¡¡