Qué nos hace llorar? Qué nos causa dolor?
La muerte de un ser querido, el hijo que ha tomado el mal camino, la hija que regresa maltratada, la ofensa y la agresión del conyugue, no poder llevar lo más básico para el sustento de nuestra familia, el ser llamado del colegio para retirar a nuestro hijo por no haber podido pagar la colegiatura, el no poder pagar los compromisos económicos………. La lista es interminable y personal, porque cada uno tiene su propia razón o razones que nos sacan lágrimas desde lo más profundo de nuestro corazón.
Aunque no entendamos y el dolor no desaparezca tan rápido como quisiéramos ante cada prueba el Señor nos da la fuerza que necesitamos para atravesarla, para esa herida, Él nos proporciona el bálsamo, sin cruz no hay resurrección.
Penas, problemas, incomodidades están en el menú de todos los días y tenemos la opción de estar parados en medio de la tormenta tomados de la mano del Señor, sabiendo que es el Dios Altísimo que tiene el control de absolutamente T O D O, que ya luchó nuestras batallas y que solo nos pide que confiemos, que esperemos, porque al recibir el consuelo que Él tiene para cada uno de nosotros, veremos como todo es para la gloria y honra de su nombre, como sucedió con la muerte de Lázaro, démosle la oportunidad a Dios de consolarnos a su manera, de resucitar ante la pronunciación de nuestro nombre que nos indica levantarnos, démosle la oportunidad de presenciar como abre las aguas del mar.
Lo primero que ante cualquier situación debemos hacer es recordar y repetirnos que DIOS TIENE EL CONTROL DE T O D O. En experiencia personal, esta declaración se ha convertido en un ancla para mi, en situaciones adversas y sin entenderlo solo comienzo a repetir esa afirmación y poco a poco esa paz que sobrepasa todo entendimiento comienza a ganar terreno sobre el miedo, la angustia y me fortalece en la espera hasta que mi amadísimo Padre se manifiesta a través de la situación. A veces lo hace de manera inmediata pero muchas veces me hace esperar un poquito, pero siempre llega.
¨DICHOSO EL HOMBRE QUE TEME AL SEÑOR, Y CUIDA DE SUS MANDAMIENTOS…….NO LE TEME A LAS MALAS NOTICIAS PORQUE SU CORAZON CONFIA EN EL…….¨
Es una parte de la Biblia se encuentra esta afirmación, pero que es temerle a Dios?
Muy sabido es en estos tiempos que ese temor no es nada más ni nada menos que amarlo y respetarlo con todo nuestro corazón, es cuidarlo como lo más preciado que tenemos, es, cuando impulsados por ese amor que tememos no hacemos cosas que lo ofenden, no lo queremos lastimar.
Temerle a Dios es siempre tener ese fuego del deseo de darle lo mejor, que nuestro día gire con el propósito de agradarlo a través de nuestras acciones. Y actuando de esta manera recibimos la bendición de la transformación en nuestro corazón fortaleciendo y estrechando la relación que tenemos con nuestro amadísimo Padre.
Llegamos a reírnos, como dice el salmo, de nuestros adversarios, nos volvemos dichosos porque nos damos cuenta de que la mala noticia recibida, ya pasó por los dedos de Dios, esa hora cero del vencimiento de un pago, del resultado de un examen de salud, de la respuesta de un hijo y tantas otras situaciones, después de tocar fondo nos encontramos con Jesús que nos toma de la mano y nos lleva a la superficie. El está en ese fondo del pozo antes de que nosotros lleguemos y al llegar vemos que nuevamente salimos a la superficie y no salimos solos, sino tomados de la misma mano que sostuvo a Pedro cuando sintió hundirse.
Sólo démosle la oportunidad a ese Dios que cuida de nosotros, que siempre tiene su mano extendida y entreguémosle esta lucha diaria para aprender cada día a mostrarle cómo nuestra confianza se afianza en ÉL.
Hay momentos en nuestra vida que no sentimos estancados en un desierto. No entendemos por las tribulaciones por las que estamos pasando, pero en esos momentos es bueno recordar que esas situaciones son como el esmeril que Dios utiliza para perfeccionar nuestra fe en Él, es el instrumento utilizado para alisar nuestro camino. Es la oportunidad para darnos cuenta que atravesando por todas esas situaciones, permitimos que la Gracia de Dios se manifieste en nuestras debilidades.
Cualquier situación por difícil que sea, ya pasó por los dedos de Dios antes de llegar a nosotros, por esos preciosos dedos que pertenecen al Dios que tiene el control de todo, y si Él tiene el control de todo, entonces cualquier cosa por la que atravesemos tiene un propósito divino, está llena de su voluntad, de su esencia.
Tenemos la oportunidad de entregarnos a su voluntad, no con resignación, no es el camino de aceptar esas circunstancias porque ni modo.
Cuando Jesús supo de la enfermedad de Lázaro, no atendió inmediatamente al llamado de sus hermanas, sus planes, incomprensibles en ese momento, tomarían otro camino, esa decisión de Jesús tomaría un camino eterno en el recuerdo de su estadía en esta tierra. Nosotros somos conocedores de ese actuar, esperamos lo imposible gracias a ese actuar. Esperando en Dios recibiremos respuesta que superan nuestro entendimiento y que a la vez esa situación por la que atravesamos servirá para el propósito del Señor para que llegue a otros su presencia, su majestuosidad, su poder, su amor.
Dios siempre nos escucha, toda situación en nuestra vida tiene un propósito, y si en nuestra impaciencia tomamos medidas incorrectas, solo es de volver al camino, intentarlo de nuevo, volver a tomar su mano siempre abierta para recibir la nuestra y no reprocharnos porque Él ya tiene un perfecto plan para nuestras equivocaciones.
¨Todo a su debido momento tiene su razón de ser: .
En la carta a los Romanos, capítulo 15, san Pablo nos exhorta a que trabajemos por nuestro prójimo, claramente nos pide que sirvamos para el bien y para el fortalecimiento de su fe.
Muchas veces nos encontramos ante la indecisión de si atendemos a la solicitud de una petición de limosna, ante la oportunidad de brindar una mano, o volvemos la mirada hacia otro lado para ignorar a aquel que ansiosamente busca nuestra ayuda. Hay tantas oportunidades en las que podemos atender un llamado de parte de Dios. Somos instrumentos en quien Él ha confiado para que su bendición llegue a otros. Al aprovechar esas valiosas oportunidades de atender a nuestro prójimo a través de nuestros bienes, ya sean de manera económica o con nuestro tiempo, o con nuestra compañía, estamos administrando tanto bien que el Señor nos ha confiado y además al ser compartidos con otros, las gracias a Dios se incrementan, cuando la persona con la que hemos compartido expresa un ¨gracias a Dios¨ desde lo más profundo de su corazón.
Venzamos este día un poquito de la apatía que tenemos, veamos las oportunidades que Dios tiene para nosotros este día de hacer llegar su provisión y al terminar el día en nuestras oraciones, agradezcamos a Dios por habernos guiado a mirar con sus ojos, y pensemos que hay alguien dando gracias también esa noche por lo que el Señor proveyó y la manera tan espectacular e inesperada en que llegó.
¨SENTIMOS EN NOSOTROS UNA SENTENCIA DE MUERTE, PERO ESO FUE SOLO PARA NO CONFIARAMOS EN NOSOTROS MISMOS, SINO EN DIOS, QUE RESUCITA A LOS MUERTOS¨. 2Co 1,9
Esto cuenta san Pablo cuando regresaba de predicar el Evangelio en las regiones de Asia.
Con el diario ajetreo de nuestra vida, pasamos por alto, casi siempre, las veces en que el Señor nos ha cuidado sin que no nos hayamos dado cuenta, nos ha cuidado sin que se lo hayamos pedido, siempre cuidando nuestras espaldas y abriendo caminos al frente.
San Pablo sintió tanto temor que lo compara como una sentencia de muerte, al igual que la que hemos sentido ante la noticia del diagnóstico de salud, el rechazo a la solicitud de trabajo, alguna otra circunstancia familiar, cuando los cobros no se hacen esperar más. Sentimos como el mundo se nos desmorona, como el suelo desaparece bajo nuestros pies, nos sentimos prácticamente con el mar enfrente y el ejército egipcio a nuestras espaldas.
Y esa sentencia de muerte se incrementa y pesa más cuando el involucrado es un hijo amado que va por mal camino, junto a malas compañías, atravesando una enfermedad, es casi fulminante esa sentencia de muerte.
La Palabra de nuestro Padre, siempre viva, nos enseña que todo lo que llega a nuestra vida, ya pasó por los dedos de nuestro Padre, quien tiene el absoluto control de todo, que ya presentó batalla por nosotros y a través de esta experiencia de san Pablo como en relatos verídicos de todo aquel que en Él confió, nunca fue defraudado por creer, confiar y esperar en el Señor.
Si en estos momentos de muerte para nosotros, nos atrevemos a entregarle a Dios nuestra carga, podremos respirar como lo experimentó san Pablo, descubriremos que al tocar fondo, Jesús estaba esperando por nosotros solo para tomarnos de la mano y sacarnos a flote. Es la verdadera alegría de saber que la enfermedad llegó a su fin, es la buena noticia de la solución de algo que esperábamos. Es ese alivio que sentimos como el que seguramente experimentaba la princesa de nuestros cuentos, quien después de permanecer prisionera en la torre perdida de un castillo, asediada por un dragón, sin la menor oportunidad de rescate. En el día menos pensado llega su príncipe a rescatarla. Estoy segura que esa alegría, esa paz que alcanza solo pudo ser gracias a lo que tuvo que padecer para experimentar su libertad. A nosotros no nos rescata cualquier príncipe a nosotros nos rescata el mismísimo Dios, creador del universo, dueño de toda la tierra y todo lo que hay en ella.
Bendigamos cada situación conflictiva, demos gracias a Dios aunque sintamos temor, angustia, preocupación o cualquier otro sentimiento de mal que satanás abone en nuestro corazón, agradezcamos por todo y así resistiendo podremos dar testimonio de que ante cualquier sentencia de muerte ya fue vencida por Jesús en su triunfo y eterna victoria en la cruz.
¨EL QUE CONFIA EN EL SEÑOR, ES COMO EL MONTE SION, INCONMOVIBLE Y ESTABLE PARA SIEMPRE¨. Sl 125, 1-2
Inconmovible = algo que no se puede mover ni perturbar.
Si confiamos en el Señor seremos:
1. Seremos como un monte, alto, fuerte, siempre en su lugar. Un monte donde hay vida: plantas, animales, seres humanos todos los que en conjunto al respirar alabamos a Dios.
2. Nos da un nombre importante en nuestra comparación no es cualquier monte es el monte Sion, en donde eventos de suma importancia tomaron lugar aquí. O sea preparémonos para eventos importantes en nuestra vida.
3. Y nos asegura que seremos inconmovibles. Inconmovible e inamovible son dos adjetivos tan similares, inamovible es permanecer en el mismo lugar e inconmovible es estar en el mismo lugar creyendo y confiando en que el Señor cuida de nosotros, no solo es un regalo a nivel físico, va mucho más allá, es ese escudo de eterna seguridad con el que el Señor guarda nuestra alma, nuestro espíritu, nuestros pensamientos. Es la manera en que aleja, no momentáneamente, sino de manera permanente la angustia, la tentación, el miedo o cualquier mal espíritu que se goza de nuestras penas.
Es enfrentar cualquier prueba, no con nuestras propias fuerzas que tarde o temprano al hacernos flaquear terminamos por rendirnos. Al recibir ese regalo de la promesa de ser inconmovibles, es la seguridad de que Él está con nosotros.
4. Y por último nos promete estabilidad, que es recibir esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento, es disfrutar sabiendo que Él ya presentó batalla por nosotros
¨EL SEÑOR ESTA CERCA DE LOS QUE LO INVOCAN, DE LOS QUE LO INVOCAN DE VERDAD.
ÉL CUMPLE LOS DESEOS DE SU FIELES, ESCUCHA SU CLAMOR Y LOS LIBERA, EL SEÑOR GUARDA A TODOS SUS AMIGOS¨. Sl 144, 18-20
Invocar de verdad a nuestro Señor es depositar completamente en sus manos todo aquello que aflige nuestra alma, todo aquello que aprieta nuestro corazón.
Es reconocer que es nuestra primera opción y no el último recurso.
Al invocar a nuestro Padre, es porque estamos confiando en Él, quien sabe actuar de acuerdo a su espectacular manera de resolver las cosas y en su exactísimo y perfecto tiempo.
Al entregarnos de corazón a este invocar de nuestro Señor, nos encaminamos a formar parte del grupo de sus amigos, porque paso a pasito nuestra fe crece y para agradar a Dios es necesario tener fe. Fidelidad y amistad son dos cualidades que caminan juntas en nuestra relación con el Padre.
Invoquemos en todo momento y situación a Dios, aprendamos a confiar y a esperar en Él, y todo aquello que nos ha mantenido atados, se convierte en un trampolín que nos encamina a convertirnos en sus amigos.
¨QUE EL DIOS DE TODA ESPERANZA LOS COLME DE GOZO Y PAZ EN EL CAMINO DE LA FE Y HAGA CRECER EN USTEDES LA ESPERANZA POR EL PODER DEL ESPIRITU SANTO¨. Rm 15, 13
Creo que sabiendo san Pablo que el camino de fe es un tanto difícil, comienza con la oración de que Dios nos bendiga con el don del gozo y de la paz mientras caminamos por el camino de la fe.
Este versículo es tan solo una mención referente al tema de la fe, de la cual existen innumerables menciones en la biblia.
Hay otra afirmación preciosa que dice que no necesitamos sentir para creer y creo que este es uno de los mayores obstáculos que nos encontramos en nuestro caminar de fe. Asociamos el creer al sentir, es como si quisiéramos que nuestra carne camine tomada de la mano con el Espíritu.
Fe es ir contra corriente, es creer contra toda esperanza como nuestro padre Abraham.
Cuando todo dice no, saber que el que pone un punto final a la situación, o una coma es Dios. Cuando guarda silencio, no quiere decir que nos ha olvidado o que dijo no, Dios siempre está trabajando y permitiendo que lleguemos a la preparación para ser bendecidos por Él, de acuerdo a su manera y en su tiempo. Muchas cosas importantes sucedieron en la oscuridad, por ejemplo la muerte de los primogénitos en Egipto que dio lugar a la liberación de Israel, la llegada en forma de bebé del mismísimo Dios, la batalla ganada por Gedeón en el campamento enemigo…. tantas cosas que suceden en los momentos oscuros de la vida, así como en nuestro diario caminar. El hecho de que todavía no veamos lo que deseamos ver, que todavía no escuchemos lo que deseamos escuchar, no quiere decir que no llegará. Como siempre lo digo llegará de acuerdo a la voluntad, a la manera y en el tiempo de Dios.
En el libro de Habacuc hay una parte que Dios le dice al profeta que aunque parezca tardar, llegará.
Todo llega siempre y cuando sea de acuerdo a la voluntad del Señor.
Muchas veces buscamos acercarnos a Dios porque necesitamos resolver alguna situación. Hacemos el esfuerzo de pasar a la iglesia ¨en una carrerita¨, a veces invertimos en la compra de alguna veladora porque pensamos que es la clave para que nos den el trabajo tan esperado, otras veces iniciamos alguna novena esperando que milagrosamente nos llegue la provisión. Realizamos estos actos y tantos otros con la idea de un talvez…… talvez si hacemos esto, consigamos lo que pedimos.
Dios sabe desde la eternidad lo que necesitamos y conoce los deseos más profundos de nuestro corazón.
Necesitamos aprender a estar en constante comunicación con Dios, y esa comunicación se llama oración.
A través de la oración nos presentamos ante Dios tal cual y como somos, derramamos nuestro verdadero yo ante el Padre que nos conoce mejor de lo que nosotros nos conocemos. Sabiendo lo que necesitamos, lo que anhelamos, nos da la oportunidad de poner todo a sus pies, no dejemos este hermoso recurso como la última opción que tenemos, hagamos esta opción como el primer recurso y nos evitaremos tantas fatigas, tantas dudas, tanta incertidumbre.
A través de la oración en la que permitimos que nuestro corazón se desborde, llegamos a ese maravillo ¨clic¨ que nos pone en sintonía con nuestro Padre que nos conduce a esa paz que sobrepasa todo entendimiento.
Es cuando esa eterna espera con incertidumbre, con un talvez se convierte en certeza de un ¨sí¨ sabiendo que llegará a la manera y en el tiempo del Señor.
Dios concede nuestras peticiones en el momento que Él considera que debe ser y de acuerdo a su voluntad, nuestro requisito es creer y esperar en Él.
¨David y sus hombres estaban sentados al fondo de la cueva. Éstos le dijeron ¨Mira, ha llegado el día que te anunció Yahvé, cuando te hizo esta promesa: entregaré a tu enemigo es tus manos y tú lo tratarás como te parezca, David se levantó y silenciosamente cortó la punta del manto de Saúl.¨ ISm 24,5
Este acontecimiento sucede cuando el rey David se encuentra escondido en una cueva, huyendo del rey Saúl, quien cegado por la envidia, entra en la cueva donde se encuentra David al que desea dar muerte. Pero el rey pese a los consejos de quienes estaban con él, no procede a hacerle daño al rey.
Muchas veces, las situaciones inesperadas hacen girar nuestro mundo trescientos sesenta grados.
Hay momentos, por ejemplo, en que un compañero de trabajo habla a nuestras espaldas poniéndonos en mal ante todos, aprovecha oportunidades para enfocarse en nuestros errores o debilidades; en otras circunstancias no sabemos como hacerle frente a chismes de vecinos enfocados en nuestras equivocaciones.
Se dan tantas situaciones y estamos tan pendientes de la más pequeña oportunidad de aclarar la situación o de proceder con sentimiento de venganza ante aquel ser que nos ha hecho daño.
Muchas veces tendremos la oportunidad de ponernos a mano a nuestra manera, pero al presentársenos esa oportunidad, recordemos como actuó el rey David, un hombre de acuerdo al corazón de Dios. Puso a su Señor ante cualquier consejo, ante cualquier oportunidad que se se le presentó y que le permitiría poner fin a aquella espina. Se aferró al Señor, se dejó guiar una vez más para actuar de acuerdo a la voluntad de Dios
Cuando sintamos la necesidad de tomar la justicia por nuestra mano y satisfacer nuestro deseo de devolver lo que nos han hecho, pidámosle al Espíritu Santo que nos dé la fortaleza que necesitamos para resistir la tentación.
Confiemos en nuestro Padre y cuando ponga al enemigo en nuestras manos, actuemos de acuerda a su voluntad y no de acuerdo a nuestra carne.