Todos somo constantemente tentados, y la tentación llega a través de un suave susurro o a través de un desfile pomposo, a través de un grito fuerte y estrepitante.
A veces la tentación se origina de un deseo, que el enemigo puede distorsionarlo, haciendo que atravesemos los límites permitiendo que ese deseo sencillo se convierta en un monstruo incontrolable.
Oremos en esos momentos para que satanás no logre distorsionar nuestros deseos, haciéndonos atravesar los límites.