DOMINIO PROPIO

«Cuantas veces desea el hombre desordenadamente alguna cosa, tantas pierde la tranquilidad…. el hombre que no es perfectamente mortificado en si mismo, con facilidad es tentado y vencido, aun en cosas pequeñas y viles, el que es flaco de espíritu, y está inclinado a lo carnal y sensible, con dificultad se abstiene totalmente de los deseos terrenos, y cuando lo hace padece muchas veces tristeza, y se enoja presto si alguno lo contradice».
SANTO TOMAS DE KEMPIS.

Este pasaje de la obra de santo Tomás de Kempis es de su libro Imitación de Cristo, y trae al recuerdo una afirmación del rey Salomón, que un hombre sin autodominio es como una ciudad sin murallas.

Nuestro cuerpo, nuestro ser está tan expuesto a cualquier tipo de ataque, de invasión y muchas veces por carecer de esa muralla que decir NO, abrimos huecos en nuestra muralla que facilita el acceso al enemigo.

Es difícil resistir, pero con un pasito a la vez, fortalecemos nuestra armadura, confiando que el Dios Altísimo Todopoderoso nos lleva de la mano y ya luchó por nosotros cualquier batalla que tengamos que enfrentar.





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