En el libro de los salmos, para ser más específica en el Salmo 46, versículo 10, Dios nos dá una indicación en la que nos dice que estemos quietos, que sepamos que Él es Dios. Lo dice en un contexto donde menciona algunos desastres naturales, de guerras y rumores de guerra.
Es una afirmación de que Él sabe por lo que cada uno de nosotros atraviesa, es una afirmación de que Él tiene el control de todo.
Es como una unión con lo que Jesús nos dice en Lc 12, 11 y en Lc 21, 14; en ambas citas el Señor nos dice de que en el momento exacto a través de su Espíritu, nos indicará que decir, nos dará la provisión de palabras de sabiduría ante las cuales ninguno de nuestros adversarios podrán contradecir. Es recordar cuando ante los ataques de Satanás que Jesús enfrentó en el desierto, estando tan vulnerable, se defendió con un ESTÁ ESCRITO, recibió en ese preciso momento lo que debía decir ante su adversario y nos dejó esta enseñanza que es un arma poderosa.
Divino Espíritu Santo, que no te cansas de mí, ayúdame a esperar la palabra oportuna que el Padre pondrá para atacar a mis adversarios: la carne, el demonio y yo misma.