Siendo una persona diabética y además teniendo marcada tendencia hacia todo lo que esté cargado de carbohidratos y azúcares, comprendí hasta hace poco que la lucha contra esta tentación permanecerá hasta que mi Señor lo permita de la misma manera seguiré cayendo en tentaciones hasta que Él lo permita.
Mientras tanto, enfrentar cada tentación de alejarme de los dulces y los carbohidratos, es una oportunidad de darme cuenta de mis limitaciones y que cada logro le pertenece única y exclusivamente al Señor. Así como también en cada lucha para no caer en la tentación es una oportunidad de ejercitar el músculo del dominio propio.
Pensaba que con solo pedirle a mi Señor que me ayudara a soportar, estaría recibiendo alguna fortaleza activada con un botón, qué lejos estaba….pero el Espíritu Santo, que no se cansa de mí, me hizo comprender que todas mis batallas, de cualquier índole, ya habían sido ganadas por Dios, que estaban esperando únicamente por esa parte mía que me tocaba poner: mi resistencia.
Recordé que después de habernos puesto la armadura de Dios para enfrentar el día malo, y después de haber vencido, tenemos que resistir.
¡GRACIAS SEÑOR!