MUJERES Y CONCUBINAS

Leyendo un pasaje que habla de las grandezas del rey Salomón, me detengo en una parte que dice que se casó con mujeres de otras religiones que lo desviaron de su camino.
I de Reyes 11, 3 «Y tuvo 700 mujeres que eran princesas y 30 concubinas, y sus mujeres desviaron su corazón. Porque cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por completo al Señor su Dios, como había estado el corazón de David su padre».

Muchas veces, juzgué, y hoy me arrepiento, y lo etiqueté de tonto, porque ante todo lo que tenía, la relación que tenía con Dios, era lo mejor de su vida, era algo insuperable, era algo que lo llenaba todo. Soberbiamente afirmé que era algo que yo no permitiría que pasara, que no me alejaría del camino de mi Señor, juzgué de como era posible ser tan desagradecido….
¡qué lejos y soberbiamente ciega estaba!

Hoy gracias al Señor Espíritu Santo, que no se cansa de mí, comprendo que yo también hago espacio en mi corazón para esas mujeres, para esas concubinas cuando invito a la complacencia temporal de mis pasiones, cuando abro rendijas donde la concupiscencia entra en todo su esplendor y me rindo excusándome en mis debilidades.

Ayúdame Señor Espíritu Santo, a resistir, a huir de esos momentos de tentación, a no dar lugar al inicio de un diálogo en donde llevo todas las de perder a no desviar mi corazón de Tí, y si caigo Señor, sabiendo de tu inmenso amor y tu infinita misericordi que es nueva cada, tomarme de tu mano siempre extendida, ponerme de pié y decir «una vez más Señor, porque Tú lo dices».

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