COMO NIÑOS

En varias ocasiones me he topado leyendo un mismo pasaje en la biblia y el mensaje ha sido diferente en cada ocasión y algunas veces para reforzar lo que ya me dijo, el mensaje se repite. Es una bendición ver como la Palabra Escrita permanece viva.

En esta ocasión el pasaje cuando el Señor Jesús nos dice que para entrar al reino de los cielos debemos ser como niños, pienso, que una de sus cualidades que más destacan, es la forma como confían en nosotros sus padres, creen absolutamente todo lo que les decimos, esperan con ansia todo cuanto les ofrecemos, aun cuando hemos fallado y no hemos cumplido.
Ser como niños es como atravesar una calle tomados de la mano del padre, sabiendo que llegaremos al otro lado sanos y salvos, ser como niños es no temer a las turbulencias que se atraviesan en un vuelo sabiendo que si el piloto que vuela el avión es el papá, llegaremos a nuestro destino. Ser como niños es cuando aceptamos las correcciones y las prohibiciones de los padres. Ser como niños, en algunas ocasiones tristes, y sufrir maltrato, el amor por el padre no disminuye.

Ayúdame Padre amado a tener esa limpieza de corazón de confiar plenamente con todo mi corazón, como dice en tu Palabra Pr. 3, 5, y no confiar en mi propio criterio, ayúdame a dejarte ser Dios en mi vida.

¡GRACIAS AMADO SEÑOR!

















RECONSTRUYENDO

En el libro de Nehemías, para ser más específica en los capítulos tres y cuatro, encuentro tanta riqueza en la enseñanza de Dios.

Hoy quiero hablar del momento en que Nehemías está reconstruyendo la muralla, específicamente donde describe que ya habían levantado la muralla hasta la mitad y comenzado a rellenar los huecos de la muralla, fueron avisados que muchos venían de varios lugares para atacarlos. Nehemías distribuyó a la gente para que siempre se mantuvieran alerta sin dejar de reconstruir y dijo esta oración: «Acuérdense del Señor grande y formidable, y peleen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y por sus casas».

El punto que llamó mi atención es que cuando vamos levantando esa muralla en nuestra vida, talvez, rellenando huecos en nuestra fe, en nuestro caminar con el Señor, siempre va a estar presente el murmullo de la duda, del miedo, el murmullo que guía nuestra atención hacia nuestros límites, hacia lo que nos desalienta, pero si recordamos en esos instantes que Dios está con nosotros, seguiremos adelante con la obra.














PARA ATRAS NI PARA AGARRAR IMPULSO

Muchas veces he escuchado esta afirmación, y en varias ocasiones la he escuchado de personas que están esperando que algo se solucione en sus vidas. Creo que a veces reemplaza el famoso «Ojalá» que es un qiera Alá, en algún idioma de Medio Oriente y que ahora no recuerdo el nombre.

Volviendo al comentario de mi observación, he visto decir esta afirmación como un grito desesperado ante las cosas que no van como lo esperamos pero que no daremos ni un paso atrás admitiendo que estamos equivocados, o que tenemos que volver a empezar, o que hay que dar otra oportunidad y otras tantas situaciones a las que le queda perfectamente esta afirmación.

Pero cuando medito en el quinto misterio de Gozo del Santísimo Rosario, El Niño perdido y hallado en el Templo después de tres días de ausencia. Me pregunto qué habría pasado si nuestra Santísima Madre y su amado esposo San José, no hubieran desandado el camino marcha atrás para buscar a Jesús. Regresaron lo recorrido y durante tres días buscaron a Jesús, y seguramente hubieran siempre buscado hasta encontrarle aún si esta acción hubiese tomado más tiempo.

Qué gran lección de amor, que sabiduría y grandeza en la humildad, me he propuesto acallar los ruidos externos a mi alrededor que incitan mi carne a creer en tantas falsedades, sé que Dios en su Espíritu Santo y que habita dentro de mí que es ese constante murmullo que me indica si hacia la izquierda o hacia la derecha, que adelante o que retroceda o bien me mantenga quieta en donde estoy.

He de retroceder cada vez que sea necesario para llenarme de lo que tal vez me perdí en el corre corre de cada día.

¡GRACIAS SEÑOR JESUS porque te quedaste en el Templo y nos has enseñado esta grandiosa lección.























NUESTRO PASADO

Dios no borra las experiencias pasadas, buenas o malas, difíciles o sencillas, y las deja ahí para que en el preciso momento estén al alcance de nuestra mano y al identificarnos con personas que están pasando por lo mismo, tengamos la capacidad y la empatía de poder consolarlos y ayudarles.
Recordemos como dice San Pablo en una de sus epístolas, «Dios padre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de misericordias de quien viene todo consuelo y que nos consuela en todo momento para que seamos capaces de consolar a quienes necesiten ayuda.»

PERMANECER FIRMES

Recordando las palabras del Señor, a través de Moisés al ir huyendo de los egipcios y que pronunció antes de que el mar se abriera, me quedo pensando casi al inicio de esta promesa, «No teman y permanezcan firmes y verán la obra de Dios, como Él los rescata hoy……»
Y pienso cuantas veces la impaciencia, el miedo, la ansiedad me hicieron moverme tratando de hacer que las cosas pasaran con mis propios esfuerzos, algunas veces salí adelante, pero hoy comprendo que salí adelante porque el Señor lo permitió, pero sé también que me perdí de verlo a través de su manera de realizar las cosas, y todo porque me dejé llevar por la impaciencia. También recuerdo como la resurrección de Lázaro, tomó su tiempo, las tempestades calmadas, otros acontecimientos en los que el Señor intervino, y no fue inmediatamente, tomó su tiempo como para enseñarnos la importancia de esperar en Él, en su tiempo porque todo lo que hace es perfecto. Todo vino a ser, a existir en su hermoso HAGASE, y todo tiene su tiempo y su lugar.

Hoy ante muchas situaciones y gracias al Espíritu Santo, recuerdo no temer y permanecer firme, y la recompensa de ver al Señor obrar, la oportunidad de disfrutarlo a través de sus obras es como la cereza que adorna el pastel y que disfrutamos cuando hemos dejado a Dios ser Dios en nuestras vidas.














TALENTOS

Señor amado que no dejas a ningún obrero sin su talento, Señor que nos das a cada uno algo con lo que podamos fructificar, dame la Gracia para descubrir mis talentos y ayúdame a no compararme con aquellos que puedan tener más o mejores talentos que los míos. Tú los has repartido según te ha agradado y todos tienen un propósito divino en nuestras vidas.

Ayúdame a comprender que lo que me has dado se multiplica dándolo, ayúdame a comprender que has depositado en mí un tesoro para ser gastado y compartido con todos.

BENDITAS AFLICCIONES

Cuando medito en el evento del milagro que Jesús realizó convirtiendo el agua en vino en las bodas de Caná de Galilea, este primer gran milagro del Señor se realizó atendiendo a la petición de su Santísima Madre, quien intercedió por aquella pareja que comenzaba su vida en común. No solamente les ayudó en tan penoso impase, sino que bendijo la provisión de lo que hizo falta.

Quién les diría a aquella pareja que esa bendición sería recordada más de dos mil años después de que se dio aquel evento, y no solo es recordada sino que es un apoyo en nuestras peticiones, cuando por intercesión de Nuestra Madre alcanzamos bendiciones en Jesús.

Pero aquella pareja y seguramente sus familias atravesaron un momento de angustia, de ansiedad, de temor ante la escasez y falta de provisión, cuando no había una mínima oportunidad de completar lo que faltaba. Seguramente si alguien les hubiera dicho que no se angustiaren, que estaban a punto de ver su situación marchando en perfecto orden, hubieran tenido la opción de creer o de mostrarse con mucha duda. No conocían todavía a Jesús, su poder, su compasión.

Hoy nosotros tenemos la oportunidad de conocer a Jesús y de saber cómo es ese Jesús que nos ama, que está pendiente hasta de lo que de momento parecería no tener mayor importancia.

Pero así como en ese evento, nos ha enseñado que se hace cargo de nuestras tormentas, creo, que es importante y necesario pasar por ese momento tan temido pero que nos lleva al gozo de haber salido adelante, y que fue por la acción de nuestro Señor.

Tenemos doble bendición, haber salido adelante y la oportunidad de haber visto a Jesús actuando en esa situación.

























DOS VECES SI

Meditando un poco en nuestra Madre la Santísima Virgen María, viene a mi las veces que conozco en las que ella dijo sí:

1. Dijo sí inicio como respuesta a la misión que el ángel Gabriel presentó, exactamente al inicio que marcaba la presencia de nuestro amadísimo Señor Jesucristo.

2. Dijo sí cuando la misión del Señor Jesús terminaba, cuando le pidió que nos aceptara como sus hijos y se convirtiera en nuestra Madre.

Dos veces sí al inicio y al final.

¡GRACIAS MADRE MIA!

PANTANO

Sé que no estoy donde debería estar, pero ya no estoy donde una vez estuve, y agradeciendo la guía del Espíritu Santo, voy hacia donde debo estar.

Muchas veces estando en el pantano, soberbiamente, luché con mis propios medios por salir, confié con mi propio entendimiento y por último recurso acudí al Señor.
Fueron momentos agotadores, de mucho miedo, de mucho temor, mi alimento fue la angustia y la desesperación, el agotamiento.
Tomando un poco de tiempo recuerdo esos momentos y cómo el Señor siempre estuvo en el fondo de ese pantano, enseñándome que está ahí para mostrarme que no hay nada que temer, estuvo ahí para impulsarme nuevamente a la superficie, y me dí cuenta de lo difícil que fue tratar de sostenerme con un pie mientras sacaba el otro para ir escalado, y lo único que conseguía era permanecer en el mismo lugar, agotando cada gota de energía.

Hoy lo primero que hago es recurrir a mi Señor y mientras Él se inclina hacia mí, aprovecho la oportunidad de saborearme la manera tan espectacular que tiene de rescatarme, y como dice su palabra: ver como pone mis pies sobre roca y como le da firmeza a mis pasos.

¡GRACIAS SEÑOR!















VINIENDO COMO UN LADRON

Siempre que he escuchado esta lectura o la he leído, he tenido en mente que ese hecho implica una reprimenda, un posible castigo por no estar al pendiente de lo que tengo que hacer y el momento en que se espera que lo haga.
Y seguramente así es.

Pero me puse a meditar un poco y tambíen, creo, que esa advertencia se puede referir que si no estamos preparados, esa venida del Señor a cada uno de nosotros, nos la podemos perder.
Al no estar preparados cada día, pidiéndole al Espíritu Santo que nos dé la suficiente sensibilidad para reconocer a Jesús siempre. Pedirle que nos permita escuchar esa campanita que toca cuando nos indica «Es el Señor», y lo veamos pasar frente a nosotros sin reconocerle.

Hoy cada día le pido que me permita tropezar con Él; no quisiera que cuando venga sin avisar como un ladrón, me pierda de su presencia.