«Si subo a las alturas, allí estás, si bajo a los abismos de la muerte, allí también estás».
Sal. 139, 8
Pienso que el salmo 139, es un salmo lleno del amor de Dios, a través de su lectura aprendo que soy una persona muy importante y amada por el Padre.
Conoce lo más íntimo de mi corazón, mis deslices, lo que deseo pedirle antes de que esté en mi boca. Me envuelve en su presencia cuidando de cada detalle que muchas veces, quizás en su mayoría, ni me percato de ello.
También, gracias al Espíritu Santo, que no se cansa de mí, asocié el versículo, citado al principio, con la huida de Jonás.
En ocasiones conscientemente he huído del Señor, tratando de esconderme, negándome a cumplir algo que me ha pedido y al igual que Jonás me encuentro dentro de la panza de mi propia ballena, me encuentro enfrentando la oscuridad, la incomodidad, el mal olor, me topo con sustancias desagradables y siempre termino volviendo a Ti.
Gracias Señor por siempre darme la oportunidad de regresar, gracias por acercarme con tu cayado y ayúdame a ser dócil a tu proceder.
¡TE AMO SEÑOR!