Hoy vuelvo a escribir sobre las tentaciones.
Cuando le pedía al Espíritu Santo que me librara de las tentaciones, o al recordar cada vez que rezaba el Padre Nuestro » y no nos dejes caer en tentación…» pensaba que ya había logrado la victoria, pensaba que al reconocer una tentación era todo lo que se tenía que hacer. Una vez más ¡Qué ignorante!….¡Qué soberbiamente equivocada estaba!
Hoy sé que la mayor parte de la victoria sobre una tentación ya fue librada por el Espíritu Santo, y me guió para aprender en el proceso de la victoria sobre cualquier tentación que tengo que poner la parte parte que me corresponde y que es r e s i s t i r.
En mi caso una de las mayores tentaciones a las que me enfrento es la de la comida, principalmente todo lo dulce y pecaminoso lleno de carbohidratos y azúcares, más si siempre he tenido una fuerte y marcada tendencia a lo dulce y sobre todo porque soy diabética.
Estoy aprendiendo las una y mil formas que esta tentación se presenta, desde un antojo, una tentación física, hasta lo que últimamente descubrí en los programas de cocina y en algún juego descargado en el teléfono.
Ya de los programas de cocina con la fuerza del Espíritu Santo, me han llegado a aburrir, pero una jueguito descargado en mi celular, hasta después de cierto tiempo en el que he descubierto lo mucho que me gusta, comenzaron a aparecer figuras de postres, helados, pasteles y a través de las figuras estimulan el deseo de dar una que otra mordida, o de buscar satisfacer el antojo.
Comprendí, gracias al Espíritu Santo, la sutileza de esta tentación, espero alejarme y mientras lo logre, he aprendido a reconocer en este inofensivo juego, primero el anzuelo que me hizo disfrutar el jugarlo y luego el telón se levantó para dar paso a una diversidad del menú de comidas exquisitas, y no fue un despliegue de comida de tipo salado sino que apareció mi talón de Aquiles : lo dulce.
¡GRACIAS SEÑOR!