TORMENTAS

En los evangelios de Mt. 8, 23-27; Mc. 4, 35-41; Lc.8, 22-25, se narra cuando la barca en la que los apóstoles se dirigían hacia la otra orilla, se desata una terrible tempestad que es calmada cuando Jesús sube a la barca y llama a la calma.

Cuando Pedro le pide caminar hacia Él para corroborar que sí es Jesús, obedece al «ven» del Señor y por un instante caminó sobre las aguas, pero de repente puso su atención en la tormenta, y siendo invisible el viento, el temor que sintió hizo que lo viera y comenzó a hundirse.

En este episodio me doy cuenta que en mis tormentas debo luchar por mantener mis ojos fijos en el Señor, en el rostro del ETERNO YO SOY. Siempre que la duda, la incertidumbre, el temor, la desconfianza, cuando las circunstancias pongan a prueba mi fe, he de volver mis ojos, sabiendo que siendo Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, conoció y experimentó todas las emociones y sentimientos humanos; sabe por lo que estoy pasando, me da tiempo de seguir adelante y siempre tiene su mano extendida para rescatarme.

¡GRACIAS JESUS!

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