En la carta a los Romanos, capítulo 15, san Pablo nos exhorta a que trabajemos por nuestro prójimo, claramente nos pide que sirvamos para el bien y para el fortalecimiento de su fe.
Muchas veces nos encontramos ante la indecisión de si atendemos a la solicitud de una petición de limosna, ante la oportunidad de brindar una mano, o volvemos la mirada hacia otro lado para ignorar a aquel que ansiosamente busca nuestra ayuda. Hay tantas oportunidades en las que podemos atender un llamado de parte de Dios. Somos instrumentos en quien Él ha confiado para que su bendición llegue a otros. Al aprovechar esas valiosas oportunidades de atender a nuestro prójimo a través de nuestros bienes, ya sean de manera económica o con nuestro tiempo, o con nuestra compañía, estamos administrando tanto bien que el Señor nos ha confiado y además al ser compartidos con otros, las gracias a Dios se incrementan, cuando la persona con la que hemos compartido expresa un ¨gracias a Dios¨ desde lo más profundo de su corazón.
Venzamos este día un poquito de la apatía que tenemos, veamos las oportunidades que Dios tiene para nosotros este día de hacer llegar su provisión y al terminar el día en nuestras oraciones, agradezcamos a Dios por habernos guiado a mirar con sus ojos, y pensemos que hay alguien dando gracias también esa noche por lo que el Señor proveyó y la manera tan espectacular e inesperada en que llegó.