VACIO

Cuando en el hermoso y victorioso día de ese domingo de resurrección, María Magdalena se encontró con la tumba vacía, no sólo encontró la tumba vacía, también encontró una entrada vacía, vacía de la roca que había sido colocada para sellar la tumba.
Se encontró con el puesto de guardia vacío, porque ante el temor de lo incomprensible huyeron, se encontró con los lienzos vacíos que habían guardado aquel divino cuerpo en su momento de descanso, se encontró con aquel santo sudario vacío que había guardado la cabeza y el rostro del Señor.

Dios no hace las cosas a medias, no sé cuanto más se puede encontrar en este hecho que estuvo, está y estará por la eternidad siempre vacío.

Pero tenemos una vida terrenal para pedirle al Espíritu Santo que nos guíe, que nos ilumine, que permita comprender y descubrir cada día la porción de Dios que nos espera, que no se termine el día habiéndonos perdido de esa presencia que lo llena todo, dejándo todo vacío.

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