Al meditar en el primer misterio de Gloria del Santísimo Rosario, gracias a la guía del Espíritu Santo, que no se cansa de mí, dirijo mi atención a un adjetivo que se repite: V A C I O
Horas antes una guardia de seguridad fue disposicionada frente a la entrada de la tumba para impedir un posible robo del cuerpo del Señor Jesús, ¿que fue de ellos?, cuando María Magdalena fue al amanecer, se encontró con una entrada sin guardia, sin vigilancia, una entrada v a c í a
Luego está la mismísima entrada: v a c í a, sin la roca que había sido colocada y sellada impidiendo el acceso o salida a la tumba.
Y en el interior, estaban los lienzos con los que el preciosísimo cuerpo del Señor había sido envuelto, el sudario que había sido colocado alrededor de su cabeza, y ¿cómo fueron encontrados? v a c í o s.
No se cuantos otros vacíos se puedan seguir remembrando, pero ¿qué prueba, se necesita seguir buscando, no para creer en la resurrección del Señor, sino para seguir negándola.
No nos cansemos buscando donde no hay y llenémonos de lo que sí hay.