Dios no deja un cabo suelto, nada es casualidad, no deja un espacio sin su esencia, sin su presencia.
En su «HÁGASE» todo vino a ser, todo vino a existir y todo tiene un propósito único y llega a nosotros con sello personal. Él hizo ya lo que todavía está por ser.
Ante su pregunta sobre lo que deseamos, la respuesta no es decirle cómo debe resolver ni cuando lo que le pedimos, recordando la sinceridad, la honestidad de Bartimeo, debe ser nuestra respuesta.
En su confianza absoluta, abandonó el manto que lo identificaba como ciego y ante la pregunta «¿Qué deseas?», su respuesta fue «ver».