MANÁ

Confiar en Dios, es el primer paso para gustar cada día el maná que tiene preparado para nosotros desde la eternidad.
Confiar es como esa entrada que se anticipa a la delicia de ese manjar.

El maná es ese alimento material y espiritual que nos guía a buscarlo, a recibirlo cada día. El pueblo de Israel recibió como primera indicación, que no podían guardar para el día siguiente una porción de maná, éste se hecharía a perder llenándose de gusanos y así lo pudieron comprobar. No tenían que madrugar antes que otros, la porción de cada uno estaba lista, no tenían que pelear por sus porciones, Dios en su provisión repartió para cada uno.

Hoy a través de este acontecimiento y sabiendo que tenemos un Dios Omnipresente, ese Dios que siempre es, sigue bendiciéndos cada día con ese maná que Él sabe necesitamos, esa provisión que muchas veces, en nuestro afán de querer conseguir de acuerdo a nuestra voluntad, en esa búsqueda afanada, se nos pasa el día sin darnos cuenta que ya recibimos esa provisión.

No debemos depender de experiencias pasada o futuros que no conocemos, necesitamos cada renovar nuestra confianza en nuestro Padre Celestial.










LUCHANDO POR PERMANECER FIRMES EN LA ESPERA

Cuando la situación por la que atravesamos no logre ser entendida, y más bien, nos parezca humanamente imposible, evitemos la tendencia de caer en el temor y darle origen al pensamiento de que que Dios no nos escucha, o lo que es más triste, se ha olvidado de nosotros. Tratemos de permanecer firmes, como dice en su Palabra: «firmes, de pie junto a Él sobre la roca», dejándolo ser Dios en nuestras vidas y nos asombraremos de lo que nuestro Padre Celestial hará por nosotros, y de la forma en que realiza lo que le hemos confiado.

Cosecharemos a su debido tiempo, cuando Él considere que estamos listos para recibir lo que le hemos pedido, y mientras esperamos, tratemos de permanecer firmes. Dios es un Dios de oportunidades, que ama los nuevos comienzos y recibiendo su inmenso amor y su infinita misericordia que es nueva cada día, recibamos esa oportunidad de volver a comenzar en cada caída.

VER

Dios no deja un cabo suelto, nada es casualidad, no deja un espacio sin su esencia, sin su presencia.

En su «HÁGASE» todo vino a ser, todo vino a existir y todo tiene un propósito único y llega a nosotros con sello personal. Él hizo ya lo que todavía está por ser.

Ante su pregunta sobre lo que deseamos, la respuesta no es decirle cómo debe resolver ni cuando lo que le pedimos, recordando la sinceridad, la honestidad de Bartimeo, debe ser nuestra respuesta.
En su confianza absoluta, abandonó el manto que lo identificaba como ciego y ante la pregunta «¿Qué deseas?», su respuesta fue «ver».



ROMANOS 8, 28

Este día volví a escuchar un sermón del Dr. David Jeremiah sobre el capítulo 8 de la carta de San Pablo a los romanos, específicamente el versículo 28, Dios a través de su palabra nos dice que obra todas las cosas en conjunto para nuestro bien.

Dice todas las cosas, o sea, todo, lo bueno, lo malo, lo que nos disgusta, lo que no entendemos, lo que vemos, lo que no vemos…. no me alcanzarían los días para nombrar lo que envuelve la palabra T O D O.
Sin embargo me queda claro que Dios no está diciendo que todo lo malo es bueno, sino que trabaja todo para nuestro bien, lo utiliza todo, y todo tiene un propósito en su maravilloso plan.

En este sermón el Dr. Jeremiah menciona a un pastor, no recuerdo el nombre, que siempre utilizaba este versículo en sus prédicas, en sus conversaciones, en todo cuanto le fuera posible lo mencionaba, al grado que sus colegas lo habían bautizado con el apodo de «el pastor 8,28». En una ocasión que tenía que realizar un viaje, éste se vio interrumpido por un accidente que tuvo, y uno de sus colegas, en son de burla, le dijo «y ahora ¿qué piensas? que esto te va a producir ¿algún bien? A lo que el pastor confirmó repitiendo el verso que así sería.
Casi al momento se dio la noticia que el vuelo que el pastor tenía que tomar para dirigirse a su destino, había sufrido un accidente, y fue cuando comprobó una vez más la inmensa bondad y misericordia de Dios quien conoce los planos de nuestra vida, sabía cómo trabajaba todo en conjunto para nuestro bien.

Ayúdame Señor a no desesperar, a no adelantarme a tus planes y llegar tarde a ellos, ayúdame a esperar con gozo tu presencia y tu actuar en mi vida.



















SE DEJARÁ ENCONTRAR

Hoy me encuentro meditando en una parte de la biblia que dice que si de verdad buscamos al Señor con todo nuestro corazón, Él se deja encontrar.

Pienso en dos hermosos momentos:
1. Cuando los tres reyes magos seguían la estrella que les estaba indicando donde se encontraba el Rey de Reyes, por un momento perdieron de vista la estrella, no se si se turbaron o se entristecieron, no se lo que pudo pasar por sus pensamientos, lo que sé es que se llenaron de alegría cuando volvieron a divisar la estrella en ningún momento dejaron de buscar, y recibieron la dicha de conocer a Jesús.

2. Cuando el niño Jesús se pierde en Jerusalén, durante una de las veces que había acompañado a sus padres para la celebración de la Pascua en Jerusalén Lc 2, 41, cuando la Santísima Virgen María y San José se dan cuentan de que el niño no iba en la caravana de regreso, se regresan a Jerusalén y después de tres días de búsqueda, lo encuentran en el Templo Lc. 2, 46, y la Santísima Virgen le pregunta «¿Por qué has actuado así?….»
Y la respuesta del niño ante la pregunta de su madre «¿…No saben que tengo que estar donde mi Padre?» Lc 2, 49
Pienso que esta respuesta, talvez es un poco mal interpretada, muchas veces como una respuesta retadora y a veces hasta un poco insolente. Yo pienso que es una indicación muy clara, Jesús nos indica que siempre nos espera en la Casa del Padre, que por cierto es su propia Casa. Una respuesta muy honesta como las que dan los niños.











LIMITACIONES

A través de mis limitaciones y con la guía del Espíritu Santo, veo como se han convertido en parte tan importante de mi vida.
Ser consciente de hasta donde puedo llegar me lleva a levantar mis brazos, como un niño pequeño, hacia mi Padre y ser consciente de que si sigo adelante es gracias a Él.

Ser consciente de mis limitaciones me ayudan mucho a mantener la frontera territorial activa entre la humildad y la soberbia, me ayuda a ver con claridad lo que significa confiar en mi Padre con todo mi corazón y no fiarme de mi propio entendimiento; y sobre todo me permite disfrutar del hecho de entregarle el timón de mi barca y dejarme guiar hacia aguas profundas.

Talvez un ejemplo aclare un poco más lo que he querido expresar, trabajando en un call center, atendiendo llamadas en inglés, siendo mi lengua nativa el español, Dios me permitió realizar este trabajo por un período de siete años. Y cada vez que atendía una llamada pensaba que si mi dominio del idioma fuera mejor, estaría siempre en la cima, Dios me permitió estar en la cima por mucho tiempo, pese a mil limitaciones, y me di cuenta de lo que estaba haciendo era fomentar la creencia de que lo que obtenía era por mis propios méritos, ¡QUE ESTUPIDA!
Pero el Señor en su inmenso amor y en su infinita misericordia que es nueva cada día, fue permitiendo que las escamas de la soberbia cayeran de mis ojos y comprendí que hasta donde había llegado pese a mis limitaciones, era únicamente por mi Señor. Y comencé a abrazar mis limitaciones tanto como mis debilidades porque ví manifestarse la grandeza del Señor a traves de ellas. Es una bendición que no tiene comparación.

Gracias Señor por ir revelándote de acuerdo a tu manera y en tu tiempo, te suplico que me permitas estar siempre atenta a tu presencia, a tener un ¡SÍ SEÑOR! dispuesto a tu voluntad y a seguir esperando verte cada día.















COMO NIÑOS

En varias ocasiones me he topado leyendo un mismo pasaje en la biblia y el mensaje ha sido diferente en cada ocasión y algunas veces para reforzar lo que ya me dijo, el mensaje se repite. Es una bendición ver como la Palabra Escrita permanece viva.

En esta ocasión el pasaje cuando el Señor Jesús nos dice que para entrar al reino de los cielos debemos ser como niños, pienso, que una de sus cualidades que más destacan, es la forma como confían en nosotros sus padres, creen absolutamente todo lo que les decimos, esperan con ansia todo cuanto les ofrecemos, aun cuando hemos fallado y no hemos cumplido.
Ser como niños es como atravesar una calle tomados de la mano del padre, sabiendo que llegaremos al otro lado sanos y salvos, ser como niños es no temer a las turbulencias que se atraviesan en un vuelo sabiendo que si el piloto que vuela el avión es el papá, llegaremos a nuestro destino. Ser como niños es cuando aceptamos las correcciones y las prohibiciones de los padres. Ser como niños, en algunas ocasiones tristes, y sufrir maltrato, el amor por el padre no disminuye.

Ayúdame Padre amado a tener esa limpieza de corazón de confiar plenamente con todo mi corazón, como dice en tu Palabra Pr. 3, 5, y no confiar en mi propio criterio, ayúdame a dejarte ser Dios en mi vida.

¡GRACIAS AMADO SEÑOR!

















RECONSTRUYENDO

En el libro de Nehemías, para ser más específica en los capítulos tres y cuatro, encuentro tanta riqueza en la enseñanza de Dios.

Hoy quiero hablar del momento en que Nehemías está reconstruyendo la muralla, específicamente donde describe que ya habían levantado la muralla hasta la mitad y comenzado a rellenar los huecos de la muralla, fueron avisados que muchos venían de varios lugares para atacarlos. Nehemías distribuyó a la gente para que siempre se mantuvieran alerta sin dejar de reconstruir y dijo esta oración: «Acuérdense del Señor grande y formidable, y peleen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y por sus casas».

El punto que llamó mi atención es que cuando vamos levantando esa muralla en nuestra vida, talvez, rellenando huecos en nuestra fe, en nuestro caminar con el Señor, siempre va a estar presente el murmullo de la duda, del miedo, el murmullo que guía nuestra atención hacia nuestros límites, hacia lo que nos desalienta, pero si recordamos en esos instantes que Dios está con nosotros, seguiremos adelante con la obra.














PARA ATRAS NI PARA AGARRAR IMPULSO

Muchas veces he escuchado esta afirmación, y en varias ocasiones la he escuchado de personas que están esperando que algo se solucione en sus vidas. Creo que a veces reemplaza el famoso «Ojalá» que es un qiera Alá, en algún idioma de Medio Oriente y que ahora no recuerdo el nombre.

Volviendo al comentario de mi observación, he visto decir esta afirmación como un grito desesperado ante las cosas que no van como lo esperamos pero que no daremos ni un paso atrás admitiendo que estamos equivocados, o que tenemos que volver a empezar, o que hay que dar otra oportunidad y otras tantas situaciones a las que le queda perfectamente esta afirmación.

Pero cuando medito en el quinto misterio de Gozo del Santísimo Rosario, El Niño perdido y hallado en el Templo después de tres días de ausencia. Me pregunto qué habría pasado si nuestra Santísima Madre y su amado esposo San José, no hubieran desandado el camino marcha atrás para buscar a Jesús. Regresaron lo recorrido y durante tres días buscaron a Jesús, y seguramente hubieran siempre buscado hasta encontrarle aún si esta acción hubiese tomado más tiempo.

Qué gran lección de amor, que sabiduría y grandeza en la humildad, me he propuesto acallar los ruidos externos a mi alrededor que incitan mi carne a creer en tantas falsedades, sé que Dios en su Espíritu Santo y que habita dentro de mí que es ese constante murmullo que me indica si hacia la izquierda o hacia la derecha, que adelante o que retroceda o bien me mantenga quieta en donde estoy.

He de retroceder cada vez que sea necesario para llenarme de lo que tal vez me perdí en el corre corre de cada día.

¡GRACIAS SEÑOR JESUS porque te quedaste en el Templo y nos has enseñado esta grandiosa lección.























NUESTRO PASADO

Dios no borra las experiencias pasadas, buenas o malas, difíciles o sencillas, y las deja ahí para que en el preciso momento estén al alcance de nuestra mano y al identificarnos con personas que están pasando por lo mismo, tengamos la capacidad y la empatía de poder consolarlos y ayudarles.
Recordemos como dice San Pablo en una de sus epístolas, «Dios padre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de misericordias de quien viene todo consuelo y que nos consuela en todo momento para que seamos capaces de consolar a quienes necesiten ayuda.»